Una breve aclaración necesaria sobre un momento de la división del PVP

Humberto Vargas Carbonell

He leído con atención y respeto un trabajo de la historiadora Sofía Cortés en el que examina un acontecimiento político: la división del Partido Vanguardia Popular.

La autora de este trabajo ha logrado reunir una enorme cantidad de notas de prensa y de otros medios de publicidad, principalmente, los declarados enemigos de los comunistas. Examinó también algunos documentos propios de Manuel Mora Valverde, ahora archivados y ordenados en el Archivo Nacional.

Es un esfuerzo encomiable. Pero hay muchos otros elementos del fenómeno histórico que no estuvieron al alcance de la historiadora y esto es explicable y, por supuesto, no un reproche.

Me siento obligado a dar una opinión sobre el trabajo de la historiadora, lo haré en su momento y, además, buscaré la manera de publicar unas cuartillas sobre el mismo tema que escribí hace varios años.

Por ahora solamente quiero hacer una aclaración que, desde mi punto de vista, resulta importante, puesto que lo que transcribe, tomado de la prensa enemiga, es falso, como casi todo lo que los periódicos de la derecha publicaron, atribuyéndolo a una “fuente” que nunca dijo su nombre.

Esta falsedad no es atribuible a la autora del libro; que hizo bien en transcribirlo como lo hizo y además, con el rigor imprescindible en un estudio histórico, señaló la fuente.

La “fuente” era un grupo y un jefe carente de escrúpulos cuando se trataba de mentir o de falsificar realidades.

Esta es mi aclaración.

En el trabajo de la doctora Cortés se transcribe los siguiente: “la misma fuente indicó que, en un último intento de buscar una salida negociada al conflicto interno, Humberto Vargas le había ofrecido a Manuel Mora renunciar al cargo y devolverle la Secretaría General, oferta que fue rechazada por Mora, aduciendo que (no) era un problema de puestos, sino de línea política.” (206)

Lo señalado no corresponde a la verdad de los hechos.

No conozco precedentes en que los medios informativos burgueses hubieran dedicado tanto tiempo y tanto espacio a un acontecimiento político, como dedicaron a la “división del Partido Vanguardia Popular”. Calcularon que había llegado la hora de la destrucción total de la organización política de los comunistas.

Obviamente fracasaron en su empeño, pero sí lograron debilitarnos.

Con relación a las organizaciones políticas nada es tan destructivo como su división. Este fue nuestro caso, pero no lograron destruirnos.

Las divisiones producen los mismos efectos que los rayos en el bosque, caen sobre el ramaje pero afectan o destruyen el tronco. Los dirigentes son apenas la copa del árbol, el tronco, las bases organizadas. Los troncos están siempre más cerca de las raíces.

Precisamente por eso las divisiones que no estén debidamente justificadas o que además utilicen la mentira, que falsifiquen los hechos y que usen los medios de los medios de los enemigos para su pelea, no pueden calificarse como simples divisionistas, sus faltas son aún más graves: están en el lindero y puede ser que más allá de la traición.

Sobre el tema propuesto debo decir que nunca le ofrecí a Manuel Mora renunciar al cargo de Secretario General, pues este cargo no era una prebenda de la cual podía deshacerme a voluntad. Mi cargo se lo debía en primer lugar a los que me nombraron y especialmente a las bases del partido. Y obviamente los que me nombraron tenían plena facultad para tomar una decisión en contrario y yo, el deber de respetar sus decisiones.

A principio de diciembre de 1984 se reunió el comité central del PVP para cumplir las decisiones del XIV Congreso. Cumpliéndolas nombró a Manuel Mora Valverde, Presidente y a Humberto Vargas Carbonell, Secretario General.

Ese mismo día Manuel Mora salió para Cuba, parece  que acompañado por su hermano Eduardo. La esposa de Eduardo se presentó en las puertas de la sede del partido y repartió un documento. No recuerdo haberlo leído y si lo leí no recuerdo lo que decía.

Inmediatamente consulté con los compañeros y decidí ir a buscar a Manuel. Como es obvio la conversación se hizo en Cuba. Fue una conversación privada, sin participación de nadie más. Aprovecho para decir que la mención de una posible participación de los camaradas cubanos es absolutamente falsa.

Manuel y yo conversamos como camaradas y, en ese momento, como amigos de una vieja amistad.

Manuel me dijo: –Beto, que propone para resolver esta situación.

Entonces la propuse que organizáramos, ambos, una reunión del Comité Central del Partido. Yo me encargaría de hacer todo lo que estuviera a mi alcance para garantizar la participación de los compañeros que aceptaban lo resuelto por el XIV Congreso y Manuel haría lo mismo con los compañeros que lo adversaban.

En esa conversación asumí, como era obvio, el compromiso de respetar lo que decidiera la mayoría del Comité Central, incluyendo mi renuncia a la Secretaria General si esa era la decisión de la dirección superior del PVP. Manuel manifestó también su decisión de aceptar lo que decidiera la dirección superior.

Sobre este mismo teme he escrito mis opiniones, hablamos de otras cuestiones. Espero publicarlo pronto.

Manuel Mora al regresar de Cuba, en el mes de enero, participó en una reunión que se hizo en la casa de su hermano Eduardo. Y propuso lo que habíamos acordado en la conversación en La Habana

Manuel cumplió lo acordado.

 ¿Qué pasó después?

Aquí está la prueba y la aclaración.

El conocido y respetado dirigente sindical, compañero Álvaro Montero Vega, publicó una autobiografía que fue compilada por la doctora Marielos Aguilar. En ese libro relata directamente lo que ahora nos interesa.

Dice Álvaro: “Ya metido en la pelea interna, los compañeros del Comité Central leales a Manuel propusieron mi reincorporación a la Comisión Política, lo cual acepté.

En una de las primeras reuniones de ese organismo, Manuel sostuvo la tesis, a mí, al principio me pareció bien, pero no así a los demás compañeros, de ir a dar una pelea política e ideológica en una reunión del Comité Central convocada por el grupo dirigido por Vargas y Ferreto. En esa ocasión Manuel opinó: “Tenemos que estar ahí los que somos del Comité Central y pelear por nuestras posiciones, porque no es conveniente que nos salgamos o, más bien nos demos por salidos.”

Hubo otras opiniones. Entre las que recuerdo, se destacaba, y aglutinaba cada vez más seguidores, la que consideraba innecesario ir a reunirnos con ellos si eran ellos los quienes se estaban saliendo y quienes solo perseguían un objetivo: echar, a como fuera, a Manuel de la Secretaría General y apoderarse de los locales y de otros bienes, como ya había sucedido en Heredia y en otros lugares.

Luego de escuchar razones en contra y a favor, y sobre todo, de enterarme de detalles hasta ese momento desconocidos para mí, modifiqué mi posición ideal y yo mismo le dije a Manuel: La participación nuestra en esa reunión no es conveniente porque el bando contrario está en el plan de sacarlo a usted de la dirección del partido y ellos no aceptarán ningún acuerdo; así que nada vamos a hacer ahí, más bien nos arriesgamos a que nos expulsen.

Ante los argumentos contrarios al criterio de Manuel, sostenido por la mayoría de los presentes, éste modificó su inicial punto de vista: Bueno—dijo—ustedes son los que saben; yo acabo de llegar y no sé cómo está la cosa. Finalmente se acordó no participar en dicha reunión y así fue como se terminó de dividir el partido. Nos quedamos como grupo aparte. (pág. 179)

Fue ahí donde se selló la división del Partido Vanguardia Popular.

En esa intervención Álvaro Montero hizo algunas referencias a los bienes y a las reservas de dinero del Partido Vanguardia Popular. Esa es otra historia, se acerca el momento de examinar las cuentas. Ese es otro capítulo que habrá que examinar. Es un capítulo importante y su examen ineludible.

Agradezco a la doctora Sofía Cortés el esfuerzo realizado para revisar un capítulo muy importante de la historia del PVP y de la política costarricense.

26 febrero 2021

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