Los expresidentes ocultan sus propias culpas dando espaldarazos a Carlos Alvarado
Todos los expresidentes neoliberales son igualmente culpables de las tragedias de los obreros, de los campesinos, de los empleados y de todos los pobres. Cuando llegue la hora de la justicia social todos serán juzgados por igual.
Por: Humberto Vargas Carbonell
Dice la prensa que seis ex mandatarios dan espaldarazo al Gobierno y a la Fuerza Pública. Faltó uno de los vivos, aunque todos han sido siempre muy vivos, por eso vale mejor decir, de los que no se han muerto.
A decir verdad, me parece que es justo, que estos señores y esta señora, honren con su reconocimiento a don Carlos Alvarado. No hay entre ellos grandes diferencias, son más las semejanzas. Creo que al caso es aplicable la segunda acepción que marca el diccionario, que los hace iguales, sin olvidar, por supuesto, las naturales diferencias que no son, obviamente, políticas.
Vuelvo al diccionario y copio: espaldarazo 2.- Admisión de alguien como igual en un grupo o profesión.
Y los hace iguales la desgracia de los pobres; ahora a la injusticia social se le debe llamar neoliberalismo.
El neoliberalismo tiene importantes antecedentes teóricos que fueron analizados en un libro profundo e interesante del Dr. David Díaz, catedrático de la Facultad de Historia de la Universidad.
Los primeros aleteos, parecidos a las aves recién nacidas que todavía temen volar, le correspondieron a la organización ANFE, a algunos profesores universitarios y a las páginas de La Nación. Poco después se convirtieron en una Academia, con jurisdicción centroamericana.
Pero el ave que resultó tener pico afilado y plumas con el color de las desgracias, comenzó a volar durante la administración Monge Álvarez, que no aparece en la lista citada por hace ya algunos años emprendió el viaje sin regreso.
El designio de poner el ave a volar — ¡vean lo curiosa que es la historia! — le correspondió a un dirigente sindical que, como otros de sus iguales, desgraciadamente, entendió que su misión era hacer más ricos a los ricos y no defender a los trabajadores sometidos a la injusticia social.
No debemos olvidar que el primer obrero asesinado en un movimiento huelguístico después del golpe de Estado de José Figueres en 1948, fue el compañero Eduardo Juárez y los últimos, los mártires obreros Alfonso Guzmán en Golfito y Luis Rosales en Palmar, asesinados la policía a las órdenes de Luis Alberto Monge durante la huelga bananera de 1984.
Después de la defensa del interés nacional contra el Fondo Monetario Internacional que hizo don Rodrigo Carazo, al “dirigente” sindical le correspondió echar a vuelo al bicho de las alas color de las desgracias, ya bautizado como Programa de Ajuste Estructural por el Fondo Monetario Internacional. Fue una desgracia, porque al lado del nombre le pusieron un número 1, anuncio de que vendrían más. Y así fue. Luego vino el número 2, en tiempos de Oscar Arias y luego el 3, en las horas de José María Figueres.
Figueres para ganar votos ofreció a los ticos un “PAE a la tica” pero, como era de esperar nos lo recetó a la gringa.
La víctima de esos PAES fuimos todos, pero especialmente los agricultores. El expresidente Bush de los Estados Unidos en una ocasión se dejó decir que “los pueblos que no producen sus alimentos no merecen considerarse independientes”. Y dijo una gran verdad, violenta y conmovedora verdad. A eso hemos llegado, si no nos venden alimentos extranjeros o no tenemos cómo comprarlos con “monedas fuertes” que así son llamados los dólares o los euros, estaríamos—por supuesto solo los pobres—obligados a morir de hambre.
Esta es la magia del llamado neoliberalismo. Nos robó el derecho a comer con independencia. Mientras tanto los campesinos sufren más que hambre: unos acogotados por las deudas y otros porque no tienen ni una pequeña parcela, sufriendo desocupación y hasta miseria extrema. El neoliberalismo es la tragedia de los productores de la tierra, la más bella e importante de las ocupaciones. Los sabios en los claustros universitarios, los constructores de las máquinas casi mágicas que nos llevan al espacio sideral, los grandes artistas y los ases del deporte, necesitan comer y para comer se necesita haya trabajadores que produzcan los alimentos. Esta la más sencilla lógica natural, que es violada por los nos obligan a alimentarnos con lo que producen otros y que podría sacar de la pobreza y de la miseria a muchos miles de los nuestros.
Oscar Arias multiplicó los daños de la dependencia, mintió y mintió y volvió a mentir, engaño y volvió a engañar y para coronar su obra entreguista impuso un fraude electoral y con el fraude, el Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos.
Y ahora, con doña Laura, con Rafael Ángel y con todos los demás han encargado a Carlos Alvarado que corone las desgracias y nos someta a los dictados del Fondo Monetario Internacional. Ellos cavaron la tumba en la que pretenden sepultar los derechos del pueblo y con ello lo que queda de derechos democráticos. Se hacen los inocentes y dan un pálido apoyo a Alvarado, pero son incapaces de hacer una autocrítica franca y valiente. Desde Monge Álvarez a hoy han transcurrido casi medio siglo
A Carlos Alvarado, tan jovencito pero tan corto de entendederas, le tocó bailar con la más fea, como lo suele decir nuestro pueblo y, obviamente, de manera puramente simbólica. En el escabroso camino del entreguismo de la patria y de los sacrificios de los pobres, le tocó la parte peor y la más cercana al abismo. Todos los que vienen de casi cuatro decenios atrás son igualmente culpables, empujaron al país al peor de los caminos y al más hondo de los abismos y eso le tocó a Carlos Alvarado. Pero todo el proceso ha sido de voluntad de sus actores, nacieron burgueses para servir a su clase. La clase social de origen obliga con la fuerza de las cadenas. Esas son las cadenas con se explota, se engaña y se oprime a los pobres.
Obviamente el talento señala mejores caminos, pero no fueron oídos. Para los pobres los oídos de los gobiernos de los ricos son siempre sordos. Y contra los que se niegan a poner atención a los humildes, que son la mayoría, es necesario vencerlos y para vencerlos es imprescindible luchar.
Contra el pueblo humilde y trabajador se han cometido todas las faltas. Si tratara de encontrar las almas de los que usaron las potestades oficiales contra el pueblo, habría que recorrer el largo camino del infierno descrito en la Divina Comedia: ahí se encontrarán los círculos de la Lujuria, La Gula, La avaricia y la prodigalidad, la Ira y la Pereza, la Herejía, La Violencia, el Fraude y la Traición.
En tanto haya gobernantes merecedores habitar esos círculos pecaminosos, el pueblo tendrá que sufrir la más abyecta y brutal injusticia, ejercida por los que hoy hacen el mal que por eso serán olvidados y despreciados. La historia no los perdonará.
Ni los políticos, ni los diputados ni los jueces podrán declararse impunes, cobijados por interpretaciones torcidas de la constitución o de las leyes. Lo que ahora está torcido será enderezado por la limpieza ética y el ansia de justicia de los que han sufrido el poder de los explotadores. Ellos no han entendido que el poder es temporal y que en cambio la justicia social y la igualdad de los humanos son valores eternos. No está lejana la hora en que habrá que juzgar a los juzgadores de hoy.