El último discurso de Juan Rafael Mora Porras

Por: Martín Rodríguez Espinoza

Juan Rafael Mora Porras fue electo presidente de Costa Rica en 1849 y en 1853.

Proveniente de una familia con recursos económicos, era un comerciante de la época. Además, contrario a lo que sucede hoy con muchos políticos y grandes empresarios, él era un patriota.

Se dio cuenta del sufrimiento del pueblo hermano de Nicaragua, entendió la amenaza sobre Costa Rica y toda Centroamérica y decidió, primero advertir esa amenaza y luego enfrentarla.

William Walker no era un simple “aventurero” como nos enseñaron en la escuela, no era un simple filibustero. William Walker y sus hombres eran una avanzada en la política expansionista del naciente imperio norteamericano, un imperio con una filosofía de geopolítica con tintes religiosos, llamada “Destino manifiesto”, ellos eran los elegidos de dios. En 1853, en México, intentó conquistar los territorios de Sonora y Baja California, lo que lo llevó a fundar la “República de Sonora” y que terminó en fracaso. En Nicaragua se aprovechó de la guerra civil que pretendía derrocar al presidente Fruto Chamorro Pérez, y en unas elecciones arregladas “el gringo” salió electo presidente.

En dos trascendentes proclamas, Juanito Mora llama al pueblo costarricense a la guerra contra William Walker, con gran valentía el pueblo y su presidente a la cabeza marchó y derrotaron a los invasores norteamericanos (1856-1857), poniendo así fin al expansionismo estadounidense en Hispanoamérica.

Terminada la guerra, que yo llamo “La Segunda Independencia de Costa Rica”, en 1859 fue electo nuevamente como Presidente para un tercer periodo. Esto no le gustó a millonarios de la época, acostumbrados al yugo de la esclavitud española, sentirse libres no era una opción y ser colonia de los Estados Unidos era su alternativa.

El 14 de agosto de ese mismo año fue depuesto mediante un golpe de Estado y exiliado.

Un año después, en 1869, al ver el sufrimiento del pueblo en manos de los ricos, decide organizar su regreso para retomar el poder. El 17 de setiembre de 1860 desembarcó en el puerto de Puntarenas acompañado de su hermano, el general José Joaquín, de su cuñado, José María Cañas y de su sobrino Manuel Argüello. Tomaron la ciudad y cerraron la entrada al puerto, en la franja de terreno que llegaba hasta el Río Barranca. El dictador, Montealegre, envió una gran fuerza militar y en la batalla de La Angostura, tomó preso a Juanito Mora.

La dictadura cafetalera de los grandes ricos decide asesinar a todos, Juanito Mora fue fusilado el 30 de setiembre.

Siempre tuve la inquietud de conocer qué había dicho Juanito sobre ese momento. Debía haber pronunciado algún discurso como sus proclamas de la guerra de 1956 anteriores, y hace algunos años me encontré con un trabajo de Oriester Abarca Hernández, del cual reproduzco una parte, catedrático en historia en la Universidad de Costa Rica.

Efectivamente Juanito pronunció un discurso al desembarcar en Puntarenas, el documento, seguramente preparado en papel, cayó en manos de periodistas que vinieron a reportar en regreso de Juanito Mora.

Fue publicado en periódicos en inglés, por lo tanto lo tradujeron. Sobre esto, el trabajo de Oriester Abarca nos habla y del cual extraje la parte que por el significado de esta fecha expongo a continuación.

Del contenido de este discurso, luego conversamos.

MRE/30 de setiembre de 2020

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Según los periódicos Panama Star and Herald (“President Mora’s Address”, 1860, 27 de setiembre) y The New York Times (1860, 8 de octubre) al desembarcar pronunció un discurso, que publicaron traducido al inglés. El original en castellano al parecer no se conserva.

El movimiento morista fue derrotado en pocos días y Mora Porras fue fusilado el 30 de setiembre de 1860.

El cuerpo del artículo consta de tres partes. La primera expone las dos versiones del discurso. La segunda examina algunos argumentos que abonan la hipótesis de que el discurso es auténtico. La última sección presenta una propuesta de cómo pudo haber sido el texto original en castellano, a partir de las dos versiones, publicadas en inglés en 1860 por The New York Times y el Panama Star & Herald; para ello se ha considerado el léxico y el estilo discursivo de Mora Porras.

A partir de las dos versiones, publicadas en inglés en 1860 por The New York Times y el Panama Star and Herald, y tomando en consideración el léxico y el estilo discursivo presentes en los discursos, proclamas y mensajes presidenciales de Mora Porras, proponemos el siguiente texto, como reconstrucción en castellano de lo que pudo ser la versión original de 1860 *:

Juan Rafael Mora a sus conciudadanos.

«Costarricenses:

Cuando en abril próximo pasado os hice saber las razones que me impidieron ayudaros a sacudir el yugo de vuestros opresores, no pude prever la magnitud que hoy alcanzan vuestros sufrimientos.

Nunca intenté abandonaros; solo os pedí esperar y trabajar por el bien del país, porque pensé que el tiempo restablecería la paz interna, sin que mi presencia fuera necesaria en esta República.

Desafortunadamente, estaba equivocado. Más de un año ha transcurrido desde los hechos del 14 de agosto. Entonces, vuestros gobernantes han tenido tiempo suficiente para hacer algo en beneficio del país, si hubieran sido capaces o lo hubieran querido.

Pero lejos de ello, el pasado año solo ha sido para Costa Rica una página de lágrimas y dolor. El pueblo castigado y oprimido, los sacerdotes de Cristo ultrajados y maltratados, los puertos cerrados al comercio, el Tesoro Nacional casi en bancarrota; en fin, vuestro país vendido, ofrecido indirectamente a los filibusteros. Y todo esto sin considerar la miseria general, el desaliento y la desesperanza que hacen más pesado vuestro trabajo y perturban vuestro reposo.

Ha llegado ya el día de que esto se acabe. Vuestros frecuentes llamamientos y el regreso a América Central del filibustero Walker, nos han movido, a los generales Cañas y Mora y a mí, a sacrificar nuestra tranquilidad por la independencia y el bienestar de Costa Rica.

¡Soldados, a las armas! Que la sangre que derramasteis en Nicaragua, Santa Rosa y el río San Juan no sea estéril. Y así venid a uniros con nosotros y no tendréis nada qué temer del porvenir.

No es el deseo de venganza lo que guía mis pasos; la clemencia se conforma mejor a mis sentimientos; así es que olvidaré los errores de aquellos que, engañados, prestaron sus servicios a los traidores; pero tened presente que seré inexorable con aquellos que, de hoy en adelante, no respondan al llamamiento de su agónico país, y haré que todo el rigor de la ley caiga sobre aquellos que presten cualquier tipo de ayuda al enemigo común.

¡A las armas, costarricenses! Apresuraos a uniros con nosotros y a romper vuestras cadenas al grito de ¡Viva Costa Rica!

Juan R. Mora.
Puntarenas, 17 de setiembre 1860.

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