Luchar por un justo financiamiento del Seguro Social debe convertirse en causa de todas las organizaciones sindicales y de todo el pueblo

Por: Humberto Vargas Carbonell

El Gobierno ha anunciado que el próximo lunes -estoy escribiendo el sábado- se anunciarán nuevas medidas para enfrentar la pandemia del coronavirus.

No daré el paso en falso de criticar las futuras decisiones oficiales que obviamente no conozco.

Ya han pasado muchas horas, muy duras para la mayoría de la población, y esto nos autoriza, a todos los costarricenses, sin excepción, a dar opinión sobre lo que está ocurriendo y sobre lo que podría ocurrir.

Lo que no se puede ignorar es el esfuerzo de los trabajadores de la Caja Costarricense del Seguro Social y que su entrega se mantendrá mientras los enfermos lo requieran. Estos trabajadores no solamente salvan vidas, sino que entregan la propia en el cumplimiento de su deber.

En el mundo entero han muerto muchos médicos, enfermeros y toda la amplia gama de trabajadores de los servicios de salud. Mujeres y hombres, viejos y jóvenes, se han comportado como verdaderos héroes de un combate sin cuartel contra un “enemigo invisible”, así se le suele llamar al maldito virus.

Nos parece que llegó la hora de la justicia; esta hora es la del pleno reconocimiento de lo que valen estos trabajadores. Reconocerlos es respetarlos; pero esto no se cumple cuando ellos reclaman sus derechos laborales.

Los ricos de la cumbre de los peñascos ticos no han aprendido a respetar a los trabajadores, no respetan sus derechos y reclaman por los supuestamente suyos, aunque violen textos expresos de la ley. Un resbalón en esas alturas puede ser peligroso para los insolentes burócratas neoliberales.

Cuando a un diputado liberacionista se le ocurrió, con la complicidad mayoritaria de sus colegas, prohibir el derecho de huelga, no tuvieron en cuenta que hoy, en última instancia, todos somos potenciales invitados a una cama de hospital. Es la voluntad del furioso enemigo invisible. Entonces comprenderán cuán importantes son los valores intelectuales y morales de los trabajadores de la salud.

Los grandes millonarios, incluida “La Nación”, descargan sus armas con proyectiles cargados de infamias, de mentiras y de insultos para atacar los trabajadores que cometen el “delito” de reclamar justicia.

Ellos viven enamorados de la injusticia. Se les olvida que ese amor es de los enamoramientos que matan.

Así que debemos luchar todos hasta lograr que los deudores—los públicos y los privados—honren sus deudas, lo necesita la Caja y lo necesita todo el pueblo.

Este reclamo debe convertirse en causa de todos los trabajadores. Basta de engaños, no es cierto que el país se “quiebre” si se pagan las deudas.

¿Quiénes son los deudores de la Caja?

Ahí están muchos, sobre todo grandes empresarios. Se les debe obligar al pago por todos los medios al alcance de la institución.

Y el Gobierno debe obligar a todos los contribuyentes a pagar sus impuestos. Tiene armas para hacerlo, pero la complicidad no le permite usarlas como es debido.

¿Qué hacer con la larga lista de empresas, gigantes algunas de ellas, que declaran cero beneficios? Ese pecadillo no se los cree ni el confesor más despistado.

Esto tiene que acabar y esa debe ser la voluntad del pueblo.

Como la vida es lo primero, lo primero es también asegurar los servicios de la Caja.

No es cierto que haya unas vidas más importantes que otras; los que no quieren resolver los problemas financieros de la Caja tienen otras opciones para conservar su salud, para eso están los hospitales privados.

 Los trabajadores y otros pobres tienen solamente una: acudir a los servicios de la Caja Costarricense del Seguro Social.

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