Quepos: Asamblea provincial del Partido Pueblo Unido
Por: Humberto Vargas Carbonell
El miércoles 30 de enero asistí a la Asamblea Provincial del Partido Pueblo Unido. Aquello fue una maravilla, pude encontrarme con viejos amigos de lucha, combatientes bananeros, rostros curtidos por el sol, por el trabajo, por las necesidades y las injusticias. Pero en ninguno ausente la sonrisa que adorna siempre la amistad sincera y el apretón de manos, con la fuerza que agrega la voluntad entregada a la lucha por la justicia social.
Estaban presentes también los representantes de los pueblos indígenas, representantes de una insaciable sed justicia, discriminados por los más diversos opresores en la tierra que les perteneció por derecho propio. Cada día los quiero y los respeto más, prisioneros en una “reserva”, oprimidos por los que les han querido robar hasta sus tradiciones y su cultura. Ahí estaba el compañero Cristino Lázaro quien con más de 80 años no se ha cansado y, estoy seguro, nunca se cansará de luchar por los suyos y por todos los demás. Como los viejos árboles de la montaña da sombra a los cansados y frutos espirituales a los que sufren.
Y lo más importante, estaba ahí el pueblo trabajador. Campesinos, obreros, educadores y estudiantes. Es seguro que fue una asamblea que unió a los trabajadores honestos, y mantuvo lejos a los que viven de la explotación, del chanchullo y de la corrupción.
En esa Asamblea fue posible percibir que no todo está perdido, ahí estaba una mayoría de gente joven. Muchachas y muchachos jóvenes que, con sus actos de hoy, construyen lo que será una Costa Rica mejor, es decir, más libre y sobre todo, más justa.
Todos los cantones hicieron una amalgama social y espiritual que nos permite ser optimistas. El núcleo principal de los ticos se mantiene sano y optimista. Esta es el resultado principal de esa Asamblea.
Contaremos con más detalles lo que fue esa asamblea Provincial de Puntarenas.
El gran ausente: el Tribunal Supremo de Elecciones. Incumple así lo que debía ser su misión principal: garantizar la participación electoral de todos los costarricenses. El incumplimiento de este deber es el equivalente a la ilegalización de los partidos, es decir, el pisoteo de la democracia.