Supimos conquistar nuestra libertad, lo seguiremos haciendo
Por: Humberto Vargas Carbonell
El Monumento Nacional, a espaldas de la Asamblea Legislativa, es el monumento que nos recuerda que el pueblo supo conquistar su libertad y consolidarse como nación independiente gracias a la lucha valiente de hombres y mujeres de entonces. Fue en 1856 cuando un gran conductor, el Libertador Juan Rafael Mora y hombres y mujeres sencillos, convertidos en ejército nacional, fueron capaces de derrotar la prepotencia de los filibusteros yanquis.
Ahí deben ir los huelguistas a renovar su compromiso patriótico.
Fueron campesinos, artesanos, amas de casa, los que nos heredaron el honor de la verdadera independencia, ahora comprometida por el entreguismo de una oligarquía, cada día más alejada de la dignidad nacional y más sometida al poder extraño del imperialismo yanqui.
No se debe olvidar la infame premonición de William Walker: lo que no lograron las balas lo alcanzaran los dólares.
No son los dólares, es la moral empobrecida por el egoísmo de los que han ejercido el poder político por medio de una partidocracia putrefacta.
El 15 de setiembre de 1921, con motivo del centenario de la Independencia, en el Monumento Nacional, el maestro don Joaquín García Monge dictó un discurso que es una enseñanza que el pueblo debe conservar en su memoria.
Dijo don Joaquín:
«Lo erigieron los mayores para advertirnos que la libertad hay que conquistarla y reconquistarla continuamente, que sólo se pierden los pueblos que se cansan de ser libres; porque si importa saber cómo fuimos libres, importa más saber cómo conservarnos libres, cómo mantener en asta firme la enseña de los libertadores: el problema que ellos resolvieron en el 56 sigue siendo nuestro problema. Para advertirnos que no basta haber heredado de nuestros abuelos la tierra que fue de ellos, sino conservar y cuidar la que será de nuestros hijos: porque los viejos supieron que uno de los ineludibles deberes del hombre y del ciudadano es la conservación, a todo trance, del suelo nativo; sin él no hay libertad económica y sin esta no hay soberanía posible. La tierra es la que sustenta a hombres libres. Los pueblos que venden sus tierras porque ya no quieren, no pueden o no saben cultivarlas con estudio y cariño, de propietarios se tornan inquilinos. Es digna de la escultura esta previsora y saludable advertencia del profeta Martí a sus pueblos de América: El suelo es la única propiedad plena del hombre y tesoro común que a todos iguala, por lo que papara la dicha de la persona y la calma pública, no se ha de ceder, ni fiar a otro, ni hipotecar jamás.»
A estos monumentos se concurre en horas solemnes como la presente, a renovar la fe en los destinos de la Patria, a buscar inspiración y luces, enseñanzas y estímulos para continuar la ruta emprendida, en alto la cabeza y regocijado el corazón.
Pido a todos los luchadores sociales que han decidido reclamar justicia vean en el monumento nacional la concreción de sus justos anhelos y ahí recuerden la grandeza de los héroes del 56 y rindan homenaje a los que entregaron sus vidas por la libertad.
Ahora los filibusteros se llaman monopolios, Fondo Monetario Internacional, Banco Mundial, neoliberalismo, imperialismo yanqui, Tratado de Libre Comercio y, también, oligarquía entreguista y traidora.
Pero el pueblo sigue llamándose libertad, honestidad, patriotismo y justicia social. Por eso y para eso está luchando.