La tradición costarricense es la lucha por la justicia social y por el patriotismo

Los demagogos hablan de paz para engañar, mientras tanto están enguerra abierta contra los derechos y el nivel de vida de los pobres. No olvidemos nunca a los que nos enseñaron que la lucha es el camino para alcanzar la justicia y la libertad. Este fue el camino de Juan Rafael Mora Porras y los héroes de 1856.

Por: Humberto Vargas Carbonell

Largo y tortuoso ha sido el camino recorrido por nuestro pueblo en los 197 años que nos separan del 15 de setiembre de 1821. En las vueltas y rodeos históricos, después de que se rompieron las cadenas que nos sometían al ya decadente imperio español, hemos encontrado momentos luminosos y otros, amargos y crueles. Nunca, la historia de ningún pueblo, ha sido rectilínea. El devenir de los pueblos es el constructor de sus principales características espirituales e idiosincrásicas. Estos elementos que se hacen presentes con mayor frecuencia en la conducta de grandes grupos humanos, aunque tiende siempre a individualizarse, este es el primer sesgo innovador, pero hay otros que son absolutamente objetivos, son los determinados por la realidad cambiante, por los cambios en los modelos de vida y con mayor fuerza cuando se produce la sustitución de un modo de producción por otro.

¿Será posible hablar de una tradición única y distintiva de un pueblo?
Me parece que es imposible.
La conducta cotidiana tiene siempre, inevitablemente, un elemento diferenciador determinado por la clase social a que se pertenece. Es la diferencia entre los explotadores y los explotados; entre la clase dominante y los explotados, sean estos obreros, campesinos, empleado, trabajadores por cuenta propia o desocupados. En la vida cotidiana se desarrolla un modo particular de interpretar los fenómenos sociales según la clase social a que se pertenece.

La tendencia a resumir en un rasgo distintivo único la conducta colectiva de un pueblo es parte de la lucha ideológica que, obviamente, lleva el sello de la clase social que lo propone.
Por ejemplo el imperialismo norteamericano gasta enormes cantidades de dinero para hacer creer a los pueblos dominados que su sociedad es perfecta y que es imprescindible imitarlos. Es un esfuerzo para hacer que los pueblos acepten su dominio y explotación. Su gran objetivo es sellar en la idiosincrasia de los pueblos dominados, la paz (su falsa paz) y la conformidad con la explotación de monopolios. Una de sus armas centrales para alcanzar este propósito son las ONGs.

En la misma dirección, con rasgos diferentes según cada país, operan las clases dominantes.
Una pregunta urgente: ¿Cuáles son las armas esenciales de la operación ideológica de la oligarquía criolla?

A la oligarquía le interesa fijar como elemento único de la idiosincrasia del pueblo costarricense «la paz social», pues ese es el ambiente propicio para sobrexplotar a los trabajadores y alcanzar su supremo objetivo: la máxima ganancia. Su negocio principal es acallar los reclamos de los trabajadores. Se afanan por convertir la mansedumbre de los oprimidos en una virtud.

Cuando los obreros y los trabajadores luchan por sus intereses propios, los explotadores apelan a la consigna de una supuesta “paz” como rasgo fundamental del ser costarricense y repiten, como lo hace ahora el Presidente Alvarado, que «esta es la mejor tradición tica y que los costarricenses siempre hemos arreglado nuestros asuntos en paz y entendimiento».

Esta afirmación tiene rasgos evidentemente demagógicos. Afirmamos que es falsa y demagógica precisamente porque la oligarquía mantiene una guerra permanente contra los trabajadores. Esta belicosa actitud se manifiesta en las relaciones económicas (salarios, impuestos, condiciones de vida), en el mundo de las ideas (los grandes medios de información permanentemente falsifican la realidad) nos presentan un mundo adulterado tras la cual su violencia, sus guerras, sus crímenes, y la condición real de los explotados; y en el mundo de la política (engaño, fraudes electorales, marketing político, violencia políticas, dictaduras) que les permite crear una urdimbre de falsa democracia para cubrir el mundo del engaño y la demagogia.

Para los trabajadores la tradición es la lucha por la justicia social, por la verdadera democracia y por el respeto a la autodeterminación del pueblo y, general, el patriotismo.

¿Cuál es la diferencia? Muy sencilla: ellos son los usufructuarios de la explotación del pueblo y de los trabajadores, que son los reales creadores de riqueza y que, por su propia naturaleza, son también soldados de la lucha por la justicia social.

Ellos dicen que la pobreza y la explotación del trabajador es una condición social necesaria y nosotros decimos que es el fruto envenenado de la injusticia social, absolutamente antinatural y, en consecuencia, también inmoral.

¿Entonces cuál es la tradición costarricense?
La lucha por la justicia social que nos permitió tener un Código de Trabajo, el Seguro Social, y una reforma social significativa.

La intensa lucha de clases en los años cuarenta es ignorada, pero la verdad es que esas conquista se lograron gracias a la lucha de los obreros organizados en los sindicatos de CTCR, dirigida por el camarada Rodolfo Guzmán.

La lucha por el respeto a la soberanía nacional y a la autodeterminación es también parte principal, de la tradición l de nuestro pueblo. Solo así es posible explicarse las luchas contra millicom, contra el combo-ICE, contra el TLC, antes contra el contrato con ALCOA y las grandes huelgas de los obreros de las plantaciones bananeras.

La lucha contra la dominación extranjera es un rasgo popular muy significativo los costarricenses. Esa tradición se forjó en 1856, que está viva en el pueblo. Es parte de la tradición del pueblo humilde que los oligarcas nunca podrán entender porque sus intereses están enraizados fuera del interés nacional.
Piensen los lectores en las palabras de Juan Rafael Mora Porras: Dice el Libertador: “No es solo admiración el sentimiento que me inspiráis, es también afecto y ternura. Habéis hecho más que vuestro deber. Solo por exceso de bravura es que Costa Rica ha perdido en los campos de batalla de Santa Rosa y de Rivas a tan distinguidos defensores de su libertad, flor y esperanza de la patria.

Puedo dar testimonio porque en la gloriosa batalla del 11 de abril he visto morir a algunos de nuestros hermanos. El dolor que sentí solo pudo ser compensado por el orgullo de tener a mi lado a los únicos campeones armados en defensa de Centro América. He derramado lágrimas de pesar y de entusiasmo.
Si antes amaba a mi país como hijo, hoy, merced a vuestras hazañas, me enorgullezco de ser su jefe.

Gracias, jefes y oficiales del Ejército, porque con los triunfos de Santa Rosa, de Rivas y de Sarapiquí habéis dotado a Costa Rica con la página más brillante de sus anales. Gracias porque la gloria con que habéis cubierto vuestro nombre no la habéis adquirido en una lucha fratricida sino que la habéis conquistado solos en una guerra contra los invasores de la América Central. Gracias porque habéis dado un ejemplo u una lección a nuestros amigos y a nuestros adversarios; un ejemplo, lanzándoos sin esperar auxilio, a la defensa de los derechos centroamericanos; una lección probando a los filibusteros de William Walker que en los combates de catorce minutos como en Santa Rosa, lo mismo que en los de veinte horas como en Rivas las emboscadas del revólver y del rifle no resisten al empuje de las bayonetas costarricenses”. (págs. 262 y 263. PALABRA VIVA DEL LIBERTADOR. Alocución al Ejército Expedicionario en Rivas).

En la huelga están retoñando las mejores virtudes del pueblo costarricense; se lucha con valor y con inteligencia y eso ocurre cuando el pueblo está seguro de que está luchando por la justicia. Los intentos por denigrar a los huelguistas se han estrellado contra la inteligencia colectiva de los costarricenses.

Los engaños tradicionales dejaron de funcionar, se abre un nuevo capítulo a la historia popular, los humildes exigen ser oídos, atendidos y respetados. No esta la primera vez, pero se suma a las otras con su propia gloria.

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