El espíritu de la huelga no podrá ser derrotado
La marca con que sellará los corazones y los sentimientos de los trabajadores, los obreros y los campesinos será imborrable. Nada puede ser más satisfactorio que luchar juntos por nuestros derechos y la justicia para los demás.
Por: Humberto Vargas Carbonell
Vivimos horas difíciles y en horas aciagas para ser certero es imprescindible conocer la realidad, todas sus facetas. El principal defecto de los prepotentes es creer que, con una mirada superficial, es posible penetrar las profundidades de los fenómenos, sean naturales o sociales. Los investigadores de los fenómenos naturales son más modestos y más persistentes que los investigadores de la realidad social.
Entre los obligados por su profesión o por su actividad al conocimiento de la realidad social, normalmente, los menos rigurosos son los políticos. En la vida política, a menudo, los fenómenos se mueven a velocidades vertiginosas, lo que hace muy difícil seguirlos con certeza y con el debido rigor.
Estas frases anteriores quedan dichas porque me parece que el Presidente Alvarado y el señor Piza, su más directo representante, están lejos de la realidad de este momento.
¿Qué es lo principal del momento político?
Lo principal es que hay una gigantesca protesta de los trabajadores, que se expresa en un movimiento de huelga bien organizada y con apoyo de las bases populares.
¿Por qué protestan los trabajadores?
Muy sencillo, si se llegara a aprobar en la Asamblea Legislativa el proyecto número 20.580, se habría consumado una brutal injusticia contra los trabajadores. Este proyecto pretende resolver un problema real, que es la crisis fiscal. Oficialmente se ha seguido un camino torcido por injusto y, precisamente, la huelga busca una solución recta, es decir justa.
Los partidos que han ejercido el Poder en los últimos 70 años han manejado, tanto desde la Asamblea Legislativa como desde Poder Ejecutivo, con no poca participación del Poder Judicial, todos los asuntos públicos. Ellos tienen que responder por el modelo político que han creado y por sus consecuencias de injusticia social y corrupción. Esta partidocracia no dice una palabra sobre sus responsabilidades, socialmente pecaminosas, pero ahora, con mayoría en la Asamblea, pretende descargar sobre los trabajadores la absolución de sus propios pecados.
¿Es que acaso deben los trabajadores, los explotados, pagar con el empeoramiento de su nivel de vida, lo que los corruptos se han robado, despilfarrado y dilapidado?
Obviamente no, eso no es justo ni moralmente aceptable.
El sector dominante, la oligarquía, busca la manera, con participación de funcionarios igualmente corruptos, evadir el pago de los impuestos, según lo manda la Constitución Política y la ley. Evasión, elusión, contrabando están al orden día. Estos son típicos delitos de cuello blanco y auto último modelo.
Otros, no cometen estos delitos porque no están previstos en la ley, pero gozan de indebidos y enormes privilegios fiscales. Sólo un ejemplo presentado por un ex funcionario de aduanas: La empresa comercial norteamericana Walmart en el año 2014 evadió el pago de cinco mil millones de colones (5.000.000.000 colones).
¿Quién los alcahuetea y los protege? Pues los que están en el Poder Político.
Es por estas razones que el proyecto 20.580, en cualquier de las versiones conocidas hasta hoy, es absolutamente injusto y oponerse no es solamente un acto de legítima defensa es, además, el cumplimiento de un deber ético.
Es por estas razones que la huelga se hace más fuerte cada momento, cuenta con la participación activa de nuevos sectores.
A estas alturas viene el Presidente a proponer un absurdo: Alvarado dice a los huelguistas que den por terminada la huelga y “nos sentamos a discutir”. Nunca quiso hacerlo antes y, en esencia, le pide a los huelguistas: “declárense derrotados y de negociamos”. Se le obstruyeron las neuronas.
La protesta huelguística es invencible, triunfará aunque no alcance el propósito inmediato. El efecto formativo y el sentido de responsabilidad histórica que ha transmitido a grandes sectores populares nunca serán abatidos. La luz apareció donde antes hubo oscuridad; los verdaderos enemigos del pueblo trabajador, de los obreros y campesinos, quedaron al descubierto.
Alvarado pretende negociar con un movimiento derrotado.
Derrotados son los que dejan de luchar; mientras haya lucha será posible derribar todos los obstáculos y vencer.
El panorama es grave y preocupante. Es imprescindible buscar soluciones racionales; los sindicatos han presentado propuestas razonables y justas. El Gobierno se mantiene ciegamente fiel a los poderosos capitalistas, nacionales y extranjeros. No ha logrado romper un molde que no es justo ni racional.
Sin una solución razonable la crisis fiscal producirá a corto plazo graves problemas para toda la sociedad y la responsabilidad corresponderá exclusivamente al Presidente Alvarado y a toda la partidocracia oligárquica.
Si nos invaden el FMI y los grandes agiotistas imperio, sufrirán especialmente los trabajadores. El Primer Centenario se “celebrará” con menos libertad y más miseria. Este es el destino que marca la conducta del Presidente Alvarado.
Quisiera agregar unas palabras sobre los acontecimientos ocurridos en Limón.
Creo que no basta deplorar los acontecimientos –incluyendo la muerte de un niño—y mucho menos insultar a sus actores. Los insultos no aclaran sino más bien oscurecen la realidad.
Los llamados vándalos son parte de nuestra sociedad, aunque algunos quieran ignorarlo. No se quiere enfrentar los frutos de la injusticia social y de la cruel convivencia que sufren grandes sectores de nuestra sociedad. Ninguno de ellos escogió dónde nacer, en qué condiciones crecer y a que situaciones quedar sometido durante su desarrollo físico y espiritual. Esas condiciones fueron creadas por un modelo de sociedad irracional e injusta. El capitalismo salvaje es su caldo de cultivo
Ellos son las víctimas principales de la injusticia social. Ellos no son los que convirtieron a su provincia, nuestro Limón, en un mundo de miseria, desocupación y en el foco principal del narcotráfico. Este mundo de miseria es un cáncer en el tejido social costarricense. Ese tejido enfermo somos todos y se extiende rápidamente por todo el país.
Nuestro deber no es vociferar contra las víctimas de la extrema injusticia social, es luchar contra los beneficiarios de la sobreexplotación social.
Es imprescindible la comprensión. Sobra la condena irresponsable. Es hora de actuar.
Copio una hermosa y sabia reflexión del escritor francés, André Malraux: “Si de veras llegásemos a poder comprender, ya no podríamos juzgar”.