Sobre la izquierda y el Partido Comunista
Por: Humberto Vargas Carbonell
Realmente no tengo ningún interés en polemizar con nadie sobre el tema “qué significa ser de izquierda”; término que comenzó a aparecer en los documentos y decires políticos, en razón de una particular ubicación espacial. Los que se sentaban a la derecha dieron origen a la calificación derechista y entre unos otros también del “centro político”.
Desde los hermosísimos días de la Revolución Francesa ha pasado mucho tiempo y el paso del tiempo todo lo cambia.
La connotación de estos términos ha evolucionado, según circunstancias políticas, geográficas, históricas y espaciales.
En algunos momentos la Internacional Socialista se autoproclamó representante del pensamiento y de la acción de izquierda; evidente máscara para servir, en última instancia, a las fuerzas contrarrevolucionarias en el mundo entero.
En épocas más cercanas Rómulo Betancourt, José Figueres y Luis Muñoz Marín dieron origen a la “izquierda democrática”, un entramado político generado por los Estados Unidos para crear confusión, sobre todo en las organizaciones que luchaban contra las dictaduras de entonces.
Hasta para estas maniobras abiertamente, tan vulgares y reaccionarias, sirvió el bendito concepto, tan controvertido como confuso.
Puesto que los conceptos “derecha e izquierda” han sido usados durante tantos años y han tenido tantas acepciones, que no hay porque desterrarlo del rico mundo de la política. Cada uno lo utilicé como quiera pero que dé al menos alguna pista para percatarnos de su uso particular.
Yo soy comunista de siempre, sin vacilaciones. Los errores que haya cometido, que han de ser más que los de la lista de mi propio recuento. Todos han sido los errores de un comunista.
Hecha esta aclaración aclaro que reconozco como izquierdista solamente a aquellos que están dispuestos a trabajar y a luchar por la transformación revolucionaria de la sociedad, en que en nuestro país, implica la lucha contra la clase hegemónica y contra la dominación imperialista.
Esta lucha no es una virtud exclusiva de los comunistas, nunca hemos pensado que esto sea así. Existen en nuestro país muchos miles de costarricenses y algunas organizaciones que son francamente de izquierda y no son comunistas. Es tan clara esta concepción nuestra que nos hemos planteado como consigna central y estratégica de nuestra lucha la unidad del popular. Sola la unidad popular podrá generar la potencia necesaria para enfrentar y derrotar a los explotadores. Lamentablemente ahora estamos lejos de alcanzar ese objetivo, pero entregaremos todas nuestras fuerzas para lograrlo.
La unidad de las organizaciones de izquierda se logrará si renunciamos todos al hegemonismo y a la vanidad política. Y solo esta unidad será capaz de movilizar a las masas populares y extraer de sus iniciativas y de su potencial histórico los recursos imprescindibles iniciar la construcción de una sociedad regida por la justicia social, la autodeterminación y la lucha contra todas las manifestaciones de discriminación.
Ni los partido comunistas y ni las otras organizaciones revolucionarias están fuera de la marcha histórica; obviamente no desarrollan su actividad protegidos por una burbuja capaz de rechazar los fenómenos históricos. Los partidos revolucionarios, son y ha sido en todo momento parte activa del acontecer histórico.
Se parte de un esfuerzo revolucionario es como navegar en un mar agitado siempre y a menudo, venciendo terribles tormentas. Siempre se requieren enormes esfuerzos para evitar el naufragio.
Generalmente la crítica a los comunistas de parte de algunos intelectuales es que ellos ven el barco pero ignoran los huracanes. No es lo mismo estar en medio de la lucha que mirar al bajel desde lejos, generalmente con binoculares.
Los revolucionarios son revolucionarios porque se orientan por ideas revolucionarias y porque practican una ética también revolucionaria. Esa es su virtud política.
Esto no significa que los revolucionarios sean seres perfectos; son iguales a los demás solo que dedican su vida a un propósito concreto: la transformación social y al resguardo de la integridad patriótica.
La marcha de los propósitos revolucionarios no es una línea recta, es más bien torcida y escabrosa. En cada recodo una amenaza, porque la oligarquía y el imperio siempre trabajan por el exterminio de las organizaciones de la izquierda.
No pocas veces hemos podido constatar que los enemigos también están dentro y no siempre son agentes del enemigo. Cualquiera sea su intención producen grandes daños a la organización.
Cualquier persona que de buena fe quiera hacer señalamiento al Partido Vanguardia Popular lo oiremos con respeto y discutiremos en un ambiente y fraternal. No rechazamos la crítica pero esta será realmente útil si se hace directamente.