El pueblo no puede esperar nada nuevo y beneficioso de esos partidos
Una de las mayores deficiencias del modelo de las campañas electorales, es la sustitución de la apreciación dialéctica de la realidad por una especie maniqueísmo dogmático, que por su propia estructura lógica impide escaparse de la estrechez del enfrentamiento entre el bien y el mal. El resultado es simplemente la renuncia al análisis de la realidad para encuevarse en un simple enfrentamiento entre lo “bueno y lo malo”.
Según esta dogmática, si usted critica a un candidato está apoyando al otro y si decidió no votar le inculpan por el delito de indiferencia.
Si los que así piensan, en relación con nosotros, leyeran lo que hemos escrito en relación con el PAC y su candidato, con toda seguridad dirían que estamos apoyando a los neopentecostales. Otro tanto dicen ahora—solo que al revés—a propósito de lo que escribí en relación con la posibilidad de que se establezca en nuestro país un régimen teocrático.
Lo cierto es que no apoyo a ninguno de los dos y así cumplo con lo que en conciencia considero que es lo mejor para mi país, es decir, para mi pueblo. No cultivo la neutralidad porque casi siempre la neutralidad es una mala hierba.
En la llamada segunda ronda los ciudadanos quedaron entrampados, pero es posible escaparse de la trampa cumpliendo con los deberes patrióticos. El primero es no agacharse y expresar libremente la voluntad política. Nadie está obligado a realizar actos contrarios a sus convicciones y a su voluntad. Votar, si es en serio, es un acto político, pero no votar es lo mismo, una decisión sobre el futuro del país y de su pueblo.
En los comentarios a raíz de una simple nota en la que escribí sobre la posibilidad de que nuestra sociedad sea sometida a régimen teocrático, algunas personas, pero especialmente un ingeniero—de quien recuerdo el título mas no el nombre—introduce en el debate la cuestión de mis ideas, de mi actividad política y de mi formación filosófica. Sobre esto quiero agregar algunas palabras. Soy comunista por convicción, convicción cimentada en mi origen familiar (hijo y nieto de obreros), en mis estudios superiores y en mi compromiso ético con los explotados y discriminados. Mi vida consciente la he dedicado al servicio del partido de los comunistas. Viviendo ya mis horas postreras espero despedirme de los míos y de los camaradas a quienes quiero y respeto sin las manchas que dejan la traición y la cobardía.
Los dos candidatos—los Alvarados—están francamente alineados con el neoliberalismo, pero no solo ideológicamente, es que además conformaron, cada uno su propia mancuerna, con los responsables de la imposición de ese modelo socioeconómico que se cristaliza grandes negocios para los monopolios yanquis, gordas ganancias para la oligarquía criolla y todo a costa de la pobreza y las dificultades de los que trabajan y de la soberanía nacional.
Ambos candidatos dieron aliento al viejo régimen bipartidista. Los dirigentes del envejecido bipartidismo—como por arte de corrupción—pasaron a ser dirigentes de primera línea en las filas de Renovación Nacional y del PAC. Le robaron la vuelta al pueblo.
¿Podemos esperar algo nuevo y beneficioso para el pueblo de estos enjambres? No y no.Seguirán los mismos problemas, solo que empeorando, con toda seguridad. El pueblo trabajador no tiene más salida que su propia lucha y su propia organización independiente.
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Por: Humberto Vargas Carbonell