Precursores de intervención y terrorismo en Latinoamérica
Por Aixa Alfonso
A fines del siglo XIX, algunos pueblos latinoamericanos y caribeños habían alcanzado la independencia de España, sin embargo, ya se cernía sobre sus territorios una nueva forma de dominación conocida como neocolonialismo que potenciaba la expoliación de los recursos y riquezas de las naciones.
Ante el desarrollo alcanzado por los Estados Unidos luego de la II Guerra Mundial que devastó toda Europa, surgieron por parte de Washington otras expresiones de vasallaje y dependencia a imponer en la región, no solo a través de la sumisión política, económica y social, sino por medio de tratados comerciales no recíprocos y también la apropiación de las principales materias primas de los pueblos.
Sustentar las riendas de toda América fue el principal propósito de los gobiernos estadounidenses en el siglo XX. La Casa Blanca había decidido autoproclamarse emperador continental sin obtener el título en ninguna academia local, y menos aún contar con el beneplácito de los millones de ciudadanos que habitan estas ancestrales tierras.
Para conseguir el ignominioso objetivo y ante la debilidad de gobiernos de turno, esencialmente representativos de las oligarquías y las llamadas “democracias burguesas”, surgieron estrategias abominables orientadas a subvertir el orden y lacerar la seguridad de miles de personas nobles y de buena voluntad.
Los jóvenes fueron el segmento poblacional más castigado y sometido por los regímenes dictatoriales ante las inquietudes y acciones revolucionarias de estos encaminadas a defender la bandera y Patria que les vio nacer. En los años 50 de la anterior centuria se delineaba ya la lóbrega maquinaria destinada a fomentar injerencia e intervenciones militares y el empleo de técnicas de torturas y terrorismo surgían, sin precedentes en el hemisferio.
La bota del entonces naciente imperio norteamericano ya se hacía sentir de manera grosera. Era perceptible la intención de frustrar la independencia de las naciones, esa que tanta sangre y sacrificio habían costado para obtener la soberanía.
Como mismo los Estados Unidos alcanzaron luchando su emancipación, desde el Río Bravo hasta la Patagonia también combatieron por la libertad ante la Metrópoli. Había llegado la hora de sustentar la libertad y la paz salvaguardando la autodeterminación de cada uno de los países.
Sin embargo, la sed de ambición de recursos por parte de Washington no se hizo esperar. Comenzaron las apropiaciones de riquezas de otros pueblos a través del asentamiento de compañías y corporaciones con predominio estadounidense, y aunque no fueron las únicas, gustaban de absorber la savia de sus vecinos más próximos.
En contraposición, las poblaciones con la multiplicidad de etnias, razas y tradiciones mostraban su decisión de lucha y defensa de la emancipación frente a expoliadores e invasores de nuevo tipo.
Decenas de naciones de América Latina y el Caribe fueron objeto de férreas campañas mediáticas e intervenciones de EE.UU. Por solo mencionar algunas recordemos Guatemala, República Dominicana, Cuba, Panamá, Granada, Nicaragua, etc.
A ello se suman otras refrendadas en la historia antes y después del siglo XX, y cuales tienen en su haber el apoyo a regímenes sanguinarios como los que conformaron dictaduras en los años 70 y 80 y la Operación Cóndor, expresión de extrema monstruosidad, estas fueron semillas propagadas del peligroso germen del terrorismo.
Pocos países en el mundo han sido tan hostigados como Cuba por más de 55 años agredida e invadida por mercenarios y extremistas radicados en la Florida.
Más de 3 mil ciudadanos entre hombres, mujeres y niños murieron o quedaron mutilados a causa de esa política perturbada y antihumana. Y el asesino Luís Posada Carriles, máximo exponente del terrorismo en el hemisferio fue cobijado allí al igual que decenas de esbirros de Batista, secuestradores y traficantes de personas, entre otros criminales que huyeron de la Isla por deudas con la justicia ante sus crímenes. Esa es la verdad que nadie puede negar.
Los cubanos conocen las secuelas de las prácticas encubiertas y también públicas de la Agencia Central de Inteligencia, CIA, la cual es responsable de cientos de atentados y actos subversivos contra el noble pueblo de la Mayor de las Antillas.
El 6 de octubre se conmemora el 41 aniversario del sabotaje a la aeronave de Cubana de Aviación en pleno vuelo en aguas de Barbados, donde murieron 73 personas, en su mayoría adolescentes y jóvenes del Equipo Nacional de Esgrima, y sus autores fueron adoptados por quienes organizaron el atroz hecho, algunos viven o residieron en Miami sin penalización alguna, a pesar del genocidio cometido.
La unánime declaración de esta región como Zona de Paz tiene profundas raíces en los pueblos hastiados de guerras, muertes, destrucciones y acciones degradantes de la condición humana.
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Fuente: Tribuna. cu