Principios de filosofía (4)
Por: Georges Politzer
EL MATERIALISMO
I ¿POR QUÉ DEBEMOS ESTUDIAR EL MATERIALISMO?
Ya hemos visto que al problema: “¿Cuáles son las relaciones entre el ser y el pensamiento?”, no puede haber más que dos respuestas opuestas y contradictorias.
En el capítulo precedente hemos estudiado la respuesta idealista y los argumentos presentados para defender a la filosofía idealista.
Ahora debemos examinar la segunda respuesta a ese problema fundamental (problema, repitámoslo, que se encuentra en la base de toda filosofía) y ver cuáles son los argumentos que el materialismo aporta en su defensa. Tanto más cuanto que el materialismo es para nosotros una filosofía muy importante, puesto que es la del marxismo.
En consecuencia es indispensable, pues, conocer bien el materialismo. Indispensable sobre todo porque las concepciones de esta filosofía son muy mal conocidas y han sido falsificadas.
Indispensable también porque, a causa de nuestra educación, de la instrucción que hemos recibido -sea primaria o más desarrollada-, de nuestros hábitos de vivir y razonar, estamos todos, sin darnos cuenta, impregnados en mayor o menor medida de las concepciones idealistas. (Por otra parte, ya veremos en otros capítulos varios ejemplos de esta afirmación, y por qué ocurre esto.)
Por consiguiente, es una necesidad absoluta para aquellos que quieren estudiar el marxismo conocer la base: el materialismo.
II ¿DE DÓNDE PROCEDE EL MATERIALISMO?
Hemos definido la filosofía, de manera general, como un esfuerzo para explicar el mundo, el universo. Pero sabemos que sus explicaciones han cambiado de acuerdo al estado de los conocimientos humanos, y que en el curso de la historia de la humanidad dos actitudes han tratado de explicar el mundo: una, anticientífica, que recurre a uno o múltiples espíritus superiores, a fuerzas sobrenaturales; otra, científica, que se funda sobre hechos y experiencias.
Una de esas concepciones es defendida por los filósofos idealistas; la otra, por los materialistas.
Por eso, desde el comienzo de este libro hemos dicho que la primera idea que es preciso hacerse del materialismo, es que esta filosofía representa “la explicación científica del universo”.
Si el idealismo ha nacido de la ignorancia de los hombres -y ya veremos cómo la ignorancia fue mantenida, conservada en la historia de las sociedades por fuerzas culturales y po1íticas que compartían las concepciones idealistas-, el materialismo nació de la lucha de las ciencias contra la ignorancia u obscurantismo.
Por eso esta filosofía fue tan combatida y aún en nuestros días, bajo su forma moderna (el materialismo dialéctico), es poco conocida cuando no ignorada o negada por el mundo universitario oficial.
III ¿CÓMO Y POR QUÉ HA EVOLUCIONADO EL MATERIALISMO?
Contrariamente a lo que pretenden aquellos que combaten esta filosofía y que dicen que esta doctrina no ha evolucionado desde hace veinte siglos, la historia del materialismo nos muestra que esta filosofía es algo vivo y siempre en movimiento.
En el curso de los siglos, los conocimientos científicos del hombre han progresado. Al comienzo de la historia del pensamiento, en la antigüedad griega, los conocimientos científicos eran casi nulos, y los primeros sabios eran al mismo tiempo filósofos, porque en esta época la filosofía y las ciencias nacientes formaban un todo, siendo aquélla la prolongación de éstas.
Posteriormente, y a medida que las ciencias aportaban precisiones en la explicación de los fenómenos del mundo, precisiones que estorbaban a los dogmas de los filósofos idealistas e incluso hallábase en contradicción con ellos, surgió un conflicto entre la filosofía y las ciencias.
Como las ciencias se hallaban en contradicción con la filosofía oficial de esta época, se hizo necesario que se separasen. Por eso ellas se apresuran a desembarazarse del fárrago filosófico y a dejar a los filósofos las vastas hipótesis, para tomar contacto con problemas restringidos, aquellos que están maduros para una solución próxima. Entonces se crea esa distinción entre las ciencias… y la filosofía. (8)
Pero el materialismo, nacido con las ciencias, unido a ellas y dependiendo de ellas, ha progresado y evolucionado con ellas para llegar, con el materialismo moderno, el de Marx y Engels, a reunir nuevamente la ciencia y la filosofía en el materialismo dialéctico.
Más adelante estudiaremos esta historia y esta evolución, que están vinculadas al progreso de la humanidad, pero ya comprobamos, y es importante retenerlo, que el materialismo y las ciencias están unidos entre sí y que el materialismo es absolutamente dependiente de la ciencia.
Nos falta establecer y definir las bases del materialismo, bases comunes a todas las filosofías que, bajo diferentes aspectos, se declaran materialistas.
IV ¿CUÁLES SON LOS PRINCIPIOS Y LOS ARGUMENTOS DE LOS MATERIALISTAS?
Para contestar esto, nos es preciso volver a la cuestión fundamental de la filosofía, la de las relaciones entre el ser y el pensamiento: ¿cuál de los dos es el principal?
Los materialistas afirman, desde luego, que hay una relación determinada entre el ser y el pensamiento, entre la materia y el espíritu. Para ellos, el ser, la materia, es el elemento primordial, la cosa primera, y el espíritu la cosa secundaria, posterior, dependiente de la materia.
Por consiguiente, para los materialistas no son el espíritu o Dios los que han creado el mundo y la materia, sino que el mundo, la materia, la naturaleza, han creado el espíritu:
El mismo espíritu no es más que el producto superior de la materia. (9)
Por eso, si retomamos la pregunta que hemos planteado en el primer capítulo: “¿Por qué piensa el hombre?”, los materialistas responden que el hombre piensa porque tiene un cerebro y el pensamiento es un producto del cerebro. Para ellos no puede haber pensamiento sin materia, sin cuerpo.
Nuestra conciencia y nuestro pensamiento, por trascendentales que nos parezcan, no son sino productos de un órgano material, corporal, el cerebro. (10)
En consecuencia, la materia, el ser, son para los materialistas algo real, existente fuera de nuestro pensamiento, y no necesitan del pensamiento o del espíritu para existir. De igual modo, y como el espíritu no puede existir sin materia, no hay alma inmortal e independiente del cuerpo.
Contrariamente a lo que dicen los idealistas, las cosas que nos rodean existen independientemente de nosotros: son ellas las que nos dan nuestros pensamientos; y nuestras ideas no son más que el reflejo de las cosas en nuestro cerebro.
Es por eso que ante el segundo aspecto de la cuestión de las relaciones entre el ser y el pensamiento:
¿Qué relación hay entre nuestras ideas sobre el mundo que nos rodea y ese mismo mundo? ¿Nuestro pensamiento está en condiciones de conocer el mundo real? ¿Podemos, en nuestras concepciones del mundo real, reproducir una imagen fiel de la realidad? Esta cuestión es llamada en lenguaje filosófico la cuestión de la identidad del pensamiento y del ser. (11)
Los materialistas afirman: ¡sí!, podemos conocer el mundo, y las ideas que nos hacemos de ese mundo son cada vez más justas, puesto que podemos estudiar con ayuda de las ciencias, que éstas nos prueban continuamente mediante la experiencia que las cosas que nos rodean tienen efectivamente una vida que les es propia, independiente de nosotros, y que los hombres ya pueden reproducir en parte esas cosas, crearlas artificialmente.
Para resumir, diremos que ante el problema fundamental de la filosofía los materialistas afirman:
-
- Que es la materia la que produce el espíritu y que, científicamente, nunca se ha visto espíritu sin materia.
- Que la materia. existe fuera de todo espíritu y que no tiene necesidad del espíritu para existir, puesto que tiene una existencia que le es particular y que, en consecuencia, contrariamente a lo que dicen los idealistas, no son nuestras ideas las que crean las cosas, sino, por el contrario, son las cosas las que nos dan nuestras ideas.
- Que somos capaces de conocer el mundo, que las ideas que nos hacemos de la materia y del mundo son cada vez más correctas puesto que, con ayuda de las ciencias, podemos determinar con precisión lo que ya conocemos y descubrir lo que ignoramos.
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(8) René Maublanc, La vie ouvrière, 25 de noviembre de 1935.
(9) Friedrich Engels, L. Feuerbach
(10) Idem.
(11) Friedrich Engels, L. Feuerbach
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