De una casa, Luisa y las convicciones
Por: Martín Rodríguez E.
Está en Barrio México, antiguo barrio de obreros en San José. Se mantiene intacta y, creo, pintada en el mismo color con el que la conocí hace muchos años. Es una casa de madera que se distingue por su arquitectura, de dos plantas y muy bien diseñada. Nunca supe si era la dueña o no, sé que Luisa González Gutiérrez nació en Heredia un 25 de abril de 1904 y que falleció a los 95 años de edad en San José, justo vivía en esa casa, un 20 de octubre de 1999.
Paso a menudo por el frente de esa casita, y los pocos recuerdos que tengo de mis encuentros con Luisa se me vienen como un torbellino, una y otra vez al verla.
Militaba en la Jota, la verdadera Jota, la JVC, la Juventud Vanguardista Costarricense, formábamos un grupo de hombres y mujeres jóvenes con grandes deseos de conocer, de aprender y con ello fortalecer nuestras convicciones de lucha.
Debo decir que siempre las referencias sobre Luisa me hicieron imaginar a una gran mujer, una guerrera de mil batallas que ya con la edad con que la conocí, simbolizaba para la nueva muchachada casi una “leyenda mítica”, una “diosa” que junto a otras militantes, en esa época de pelo largo, trovadores, guerrilleros heroicos en Cuba, Lenin y Marx en el bolsillo, música y poesía, representaban junto a Carmen Lyra el ideal de ser comunistas de verdad.
Recuerdo algunas tardes, en la sala de esa casita, a Luisa y su eterna sonrisa y alegría. Nos recibía siempre con gran gentileza, nos hacía pasar. Y como nunca llegábamos de uno en uno sino en grupos de cinco, diez o más, nos amontonábamos en el suelo la mayoría y otros en los sillones disponibles, esperando saber de qué se trataba la historia del día.
Ella se sentaba en una silla (o sillón no recuerdo bien), frente al grupo de ansiosos moceríos que parecíamos esponjas intentando absorber las historias que Luisa nos contara.
Así conocimos sobre la guerra civil del 48, la cárcel y las persecuciones, pero también la valentía y el heroísmo de muchos militantes “de mi Partido”, como solía decir. “Nunca deben doblegarse, nunca deben rendirse, y mucho menos claudicar”, decía con su puño cerrado pero con una enorme sonrisa en sus labios y sus ojos, que contrastaban con nuestros ojos abiertos al máximo.
Nos hablaba del por qué luchábamos, a quiénes defendíamos y qué buscábamos con nuestra lucha en “mi Partido”.
Siempre los pobres, la gente más humilde, los niños y las niñas, los trabajadores obreros, las mujeres…con énfasis en las mujeres. Nos contaba como las mujeres se organizaban y luchaban junto a los hombres, como debían ser consideradas compañeras, camaradas iguales a los nosotros los hombres que estábamos sentados ahí, cómo debíamos respetarlas, a ellas y a las que estaban en nuestras casas y que no estaban en el partido.
Las anécdotas, las historias y los paisajes de nuestros pueblos y de otros pueblos más allá de nuestras fronteras, de los idiomas y de las comidas diferentes pero que luchaban igual que nosotros por un mundo mejor, todo transitaba sin que percibiéramos el tiempo.
“Tráigales un chocolate y unas galletas dulces a los chiquillos”, decía Luisa a compañera que solía ayudarle con el orden de semejante cantidad de hambrientos y sedientos de saber. Los aplausos y las sonrisas no se hacían esperar, quedaba tiempo para el chocolate o el fresco, las galletas y unas historias más.
“Ustedes son muy importantes para mi Partido, la juventud, ustedes serán quienes tengan la responsabilidad de sustituir a todos los viejillos y viejillas que ya vamos de salida. Será difícil, habrá que luchar mucho, pero si no se arrodillan ante el enemigo serán mejores que nosotros y lograrán hacer realidad nuestro sueño de un mundo mejor, no se rindan.”, la edad, la memoria y palabras más o palabras menos, es lo que recuerdo, lo que mantengo en mi memoria. Eso, junto con las enseñanzas de muchos otros que aún viven y otros que partieron, la lectura y las luchas cotidianas en todas las trincheras en las cuales he estado son la base, los cimientos sobre los cuales me hacen continuar, trabajar y tratar de que nuevas generaciones conozcan, se incorporen y luchen “en mi Partido”, el Partido Comunista de Costa Rica, el Partido Vanguardia Popular, para que junto a otras fuerzas políticas y sociales construir una verdadera alternativa y acabar con un sistema político criminal y corrupto, el capitalismo.