El negocio político de la adicción a las drogas

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La droga es utilizada como arma política
Por: Humberto Vargas Carbonell

En los últimos días, esforzándome por superar las secuelas de una gripe brutal, he dedicado no poco tiempo a la lectura-estudio de un libro interesante. Su título es muy sugestivo y el texto mucho más. Su título: CRISIS ECONÓMICA Y RESISTENCIA OBRERA-LA CRISIS MUNDIAL Y SUS EFECTOS EN ESPAÑA y sus autores Endika Alabort, Luis Buendía y otros.

No voy a hacer un análisis de la obra, me limito a copiar unas líneas que me parecen muy útiles para meditar sobre el problema del consumo de drogas en nuestro país. La víctima directa es la nueva generación que las consume y también los jóvenes “distribuidores” que tienen que responder con sus vidas a los avatares del negocio.

Consumidores, asesinados y sicarios, todos jóvenes merecedores de mejor destino, abatidos por el negocio más grande, más sucio y más nefasto de nuestra época.

¿Es la adicción a las drogas un arma política? No cabe duda. Alguna vez, como lo hemos publicado, un alto funcionario del Gobierno de Estados Unidos dijo que los adictos prestan un gran servicio a la lucha por la democracia.
Copio lo dicho por los autores del libro indicado.

“… Asimismo, es evidente que en épocas de crisis, con el aumento del paro aumenta el descontento social, el potencial reivindicativo, y a la vez las situaciones de depresión por la situación vivida. Es en este contexto donde la drogas, incluido el alcohol, juegan un papel fundamental. El negocio de la droga es uno de los más importantes del mundo por la cantidad de dinero que mueve y ello, unido a su utilidad adormecedora de la juventud, lo convierte en un sector estratégico en épocas de crisis. Si hacemos un repaso breve en la historia, comprobamos cómo no han sido pocos los casos en los que, mediante las drogas, se ha tratado de anular procesos potencialmente revolucionarios o simplemente acallar la disidencia en períodos políticamente delicados. Tomando casos recientes como en Estados Unidos durante los años 60 y 70, los barrios con mayoría de población negra, sobre todo los más combativos vinculados a los Panteras Negras, fueron bombardeados por multitud de drogas como el crack y la heroína. Años más tarde, el reverendo y candidato a las primarias demócratas Jesse Jackson aseguraba: “DISTRIBUIR COCAÍNA EN FORMA DE CRACK ENTRE LOS JÓVENES DE LOS GUETTOS ES UNA FORMA DE GUERRA QUÍMICA QUE COSTÓ MÁS VIDAS Y DESTRUYÓ MÁS FAMILIAS QUE UNA GUERRA CONVENCIONAL”.

¿Son nuestros barrios pobres asolados por esa guerra química? Sí; tan cierto como que la “lucha antidrogas” según patrones gringos ha sido un fracaso para nuestros pueblos y un buen modelo de negocio económico y político para los imperialistas.

Queda pendiente la pregunta: ¿Qué hacer?

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