Solidaridad con el pueblo de Venezuela
Por: Humberto Vargas Carbonell
Nuestro poeta insigne, Aquileo J. Echeverría nos dio una lección que, entre muchas otras, terminó por convertirse en denuncia de una dolorosa realidad. Nos enseñaron sus versos: “La ley estira y se encoge, /según a quien se aplica. /Eso pasa en todas parte,/pero más en Costa Rica”.
Si saltamos de la “ley” al examen lógico de la realidad ocurre exactamente lo mismo. Me refiero que algunos políticos han sustituido la lógica por la servidumbre. Sirven al poder imperial de los yanquis antes que a la lógica.
En lo que se refiere al examen de los fenómenos sociales las conclusiones tienen siempre un componente ético. Para estos señores los intereses de los Estados Unidos—excluido el pueblo, por supuesto—deben aceptarse como buenos sin razonar, porque razonar es peligroso. El Gobierno de los Estados Unidos ha montado todo un perverso sistema de sanciones, que a veces aplican a países o regiones y en otras a individuos. Unos temen a las sanciones y otros consideran que la potencia imperial es su escudo protector frente a las justas demandas populares contra la explotación. La hipocresía es el don de los cobardes.
Ante el bandido enemigo de la justicia, genuflexión, ante los pueblos que quieren ser libres y alcanzar la justicia social, condena. Este es nudo lógico y ético de la oligarquía, que no podrían desatar ni Heráclito, ni Aristóteles, ni Platón, tampoco Hegel, pero que fue roto por el inmortal pensamiento de Carlos Marx.
Los que callaron ante los crueles dictadores latinoamericanos, ahora dicen que la democracia popular y bolivariana de Venezuela es una dictadura que debe ser destruida, a cualquier precio, incluso de una invasión de los yanquis.
No saben nada de lo que ocurre en Venezuela, pero no es necesario pensar, para su oficio servil es bastante la repetición de mentiras yanquis.
En 1973 escribí o dije algunas frases condenatorias contra el brutal golpe de Estado de Pinochet, y en respuesta La Nación me dedicó algunos gruesos epítetos: me calificó de “ignorante y grosero” y algo más que no recuerdo. No me acuerdo porque lejos de ofenderme los recibí como un honor. Siempre ha sido así.
Los que callaron ante los crímenes de los dictadores de Brasil, Uruguay, Argentina, Bolivia, Paraguay y ante todos los demás, ahora se ponen el uniforme de los depredadores del pueblo venezolano. El elemento ético de estas posiciones es la hipocresía. Vergüenza debía darles pero no les dará, porque han creado un sistema inmunitario que rechaza lo verdadero y lo justo.
Quieren servir a los yanquis y sumarse a la ignominiosa falange del secretario de la OEA, un tal Almagro, que se cree general pero no llega a cadete. Los gringos lo usan como han usado a tantos otros venales, que se exhiben en la vitrina del ignominioso mercado de indignidad.
Esta es la mugre del continente. Frente a ellos la luminosa lucha de los pueblos.
Venezuela tiene problemas, pero el mayor es la injerencia imperialista que maneja los hilos de la llamada oposición. No es oposición es una avanzadilla de los enemigos, son los que contribuyen a crear dificultades al pueblo trabajador.
Es una vieja táctica de los yanquis que consiste en crear problemas sociales y políticos y una vez creados utilizarlos para sus propósitos. Intentan obtener beneficio de su propio dolo.
El pueblo venezolano necesita solidaridad. Es necesario hablar claro y de manera contundente. Decir la verdad sobre Venezuela y rechazar todo lo falso. Evitar, con la solidaridad popular, una intervención militar de los yanquis.
La verdad: Viva la Revolución Bolivariana, es un viva a la voz y a la vida de Simón Bolívar, el Libertador.