Tres notas sobre la explotación capitalista y sobre las elecciones en Estados Unidos

I

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Humberto Vargas Carbonell Secretario General PVP

 He leído con especial interés un artículo del conocido y laureado economista Joseph Stiglitz, titulado con la pregunta ¿Por qué Trump?

En esta publicación el economista estadounidense da algunos datos que quisiera resaltar, dejando de lado su declaración a favor de la candidatura de la señora Clinton.

Dice el señor Stiglitz: “…Sin embargo varios factores subyacentes también parecen contribuir a cuán cerca están los contendores en la carrera electoral. Para empezar, muchos estadounidenses sí están económicamente peor de los que estaban hace un cuarto de siglo. El ingreso medio de los empleados hombres a tiempo completo está en un nivel más bajo del que estuvo hace 42 años, y es cada vez más difícil que las personas con educación limitada consigan un trabajo a tiempo completo que pague salarios dignos”. Y agrega: “De hecho los salarios reales (ajustados a la inflación) en la parte inferior de la distribución de ingreso están más o menos estaban hace 60 años.” Y luego una conclusión: “La economía de Estados Unidos ha tenido un buen desempeño, en su conjunto, durante las últimas seis décadas: el PIB (producto interno bruto) ha aumentado casi seis veces”.

Traducido lo citado a una simple fórmula aritmética significa que la economía global de los Estado Unidos—en el período señalado—se multiplicó por seis y los ingresos de los trabajadores por menos de uno.

Concluir que este panorama pueda considerarse un buen desempeño de la economía tiene graves implicaciones éticas, se trata de sublimar la explotación capitalista y menospreciar el rol económico de los auténticos productores de riqueza, los trabajadores. Aquí está el meollo de las relaciones de producción capitalistas en la cual la mayoría de población es absolutamente explotada y subordinada al poder hegemónico de los propietarios de los medios de producción. Es la esencia de la lucha de clases que se desarrolla y despliega cuando los subordinados adquieren conciencia de su situación en el conjunto de la sociedad y aspiran a liberarse de la dominación de la minoría sobre la mayoría. Se trata de alcanzar una organización social que excluya la marginación y la subordinación, haga imperar la igualdad de todos los miembros de la sociedad. Es la aspiración de construir una sociedad socialista.

Si aplicamos la lógica abstracta y formal a la organización social parece inaceptable esta brutal diferenciación de los seres humanos; más en el contacto científico—lógica dialéctica— con la sociedad podremos explicarnos la realidad social actual, históricamente determinada en un momento concreto de la evolución humana. Y comprender también que este modelo de explotación es transitorio y que, por efecto de sus propias contradicciones y la respuesta social de los trabajadores, se transformará en una auténtica sociedad igualitaria.

La igualdad es la meta superior de las aspiraciones humanas.

Igualdad plena en las aspiraciones y en las metas, a partir de las cuales cada uno dependerá de su propio esfuerzo y de su aporte a la vida colectiva. Nadie será subordinado y tampoco habrá explotadores.

No faltará quien diga que la igualdad es un sueño y quizás tenga razón. Pero ha de coincidir en que es un sueño maravilloso de millones de seres humanos. Todo el progreso humano ha estado precedido de sueños, a veces de unos pocos, que se hacen realidad cuando son acompañados por muchos que están dispuestos a organizarse y a luchar.

II

En unos pocos días habrá elecciones en los Estados Unidos.

El proceso electoral no logró sobrepasar los límites del más vulgar marketing electorero, que es una de las muestras más claras de la degradación ética  de la política que acompaña al decadente capitalismo.

Es un proceso cubierto por una oscura neblina de dimes y diretes, de acusaciones que tienen más que ver con la conducta personal, con la forma de vestir,  con los movimientos histriónicos, que con propuestas sustanciales.

Al final de cuentas resulta que ambos candidatos representan esencialmente los mismos intereses, los propios de la cúpula imperialista que es menos de un uno por ciento de la población de ese gran país.

La señora Clinton representa la política de dominio colonialista, de guerra y de un proyecto de dominio universal. Es el poder de los grandes bancos y del complejo industrial-militar. El presupuesto militar de los Estados Unidos es mayor que la suma de todos los presupuestos militares del resto de los países del orbe entero.

La industria militar de los Estados Unidos ya no produce para su política agresiva ni para su defensa; produce para mantener activa una economía en una profunda crisis.

La cúspide de este poder mantiene a la señora Clinton, y lucha por su triunfo electoral.

¿Acaso R. Trump representa a otras fuerzas?

Pues no. Su política no pone en peligro la supremacía de los que ahora dominan, pero propone  nuevos métodos y propósitos.

Es una rebelión interna de los mismos, que le ha permitido captar el apoyo y mediatizar a grandes masas descontentas con algunos aspectos de la situación actual, sobre todo el estilo de gobernar.

Llueven millones de dólares en las cuentas bancarias de periódicos y televisoras. Sobre el pueblo continuará cayendo inseguridad y explotación y, en otras latitudes, habrá granizadas de bombas asesinas, de sanciones, bloqueos, golpes de Estado y estúpidas amenazas.

Con cualquiera de ellos en la Presidencia ganará la oligarquía imperialista.

Por eso la lucha antiimperialista ha de continuar y reforzarse.

Los luchadores de hoy son los pioneros de las luchas y las victorias que vendrán.

III

La oligarquía criolla ha renunciado a pensar y por esa vía a la originalidad. Todo es copiado de los paradigmas yanquis. Se hace “política” primero escarbando en los basureros y luego alimentándolos con nuevas porquerías. Pero eso es lo que hay hacer porque así lo hacen los mandamás del norte.

Se impuso el marketing que coloca en los puestos dirección a cualquier figurón o figurona si es que tiene quien lo financie. Es la historia dolorosa de las últimas décadas, mientras tanto se resiente la educación, se pierden valores y aumentan el número de delincuentes, una buena parte de ellos con cuello blanco, corbata y traje de miles de dólares.

Vivimos sometidos a los intereses de una burguesía improductiva y rentista. No produce pero quiere aprovechar el trabajo de todos y absorber todas las construcciones colectivas. Es la quintaesencia de la decadencia social: más riqueza a los más ricos y empobrecimiento de los productores y  más penurias para los sufrientes de las injusticias sociales.

Piensan los pocos que piensan y los otros repiten como loras: si así es en Estados Unidos aquí tiene que ser igual para llegar al desarrollo “sostenible” en la injusticia.

La Asamblea Legislativa es la tenebrosa cueva del neoliberalismo y el Poder judicial su guardián. Su tarea central es arrancar las conquistas sociales a los poco trabajadores que todavía las disfrutan. A los demás ya los aplastaron.

Buen ejemplo la tramitación del TLC o la reelección para Oscar Arias. Si hay que retorcer la Constitución, como se retuerce el trapo limpiapisos, no hay problema puesto que quedamos bien con los yanquis. Así piensan.

¿Cuándo seremos independientes y originales?

Cuando el pueblo se una y se organice para luchar por la justicia social.

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PD: Publicado originalmente ántes de las elecciones en Estados Unidos.

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