Recorte al FEES: Muera la inteligencia, viva la muerte
A propósito de la discusión de los universitarios con el Gobierno se vino a la memoria una vieja historia. Se cuenta que en la Universidad de Salamanca, mientras hablaba el rector, que era entonces un sabio de verdad, don Miguel de Unamuno, se escuchó un grito: José Millan Astray, el fundador de la Legión Española, había descargado su furia con un relincho: MUERA LA INTELIGENCIA. Sus seguidores fascistas acompañaron la voz de la bestia gritando VIVA LA MUERTE.
Esa es la lógica de la derecha: “Muera la inteligencia” primero, después viva la muerte.
Esa lógica macabra recorre el mundo entero, porque primero mata los derechos humanos y después a las personas.
La inteligencia florece en las universidad, por eso son jardines que han de mantenerse incólumes, pero también deben mantenerse en las mismas condiciones los que florecen en las fábricas, en los campos y en el mar. Obreros, campesinos y pescadores, todos requieren ser educados y ese es también un derecho fundamental.
Los que viven del menoscabo de la inteligencia, son delincuentes porque roban un valioso don del ser humano: discernir entre lo bueno y lo malo, entre la verdad y la mentira, entre lo cierto y lo falso, entre la charlatanería y lo serio.
El objetivo de la merma del presupuesto de la enseñanza superior es deteriorar al país, vale decir el pueblo, cuando es urgente la formación de especialistas de alto nivel en la ciencia, en la cultura y en arte.
La educación, es la formación de trabajadores técnicos especializados y de trabajadores con formación superior; todos son el elemento central del desarrollo, que necesariamente tiene que ser el objetivo principal para alcanzar el futuro de la patria.
Esto no entienden ni el Presidente ni los burgueses patrocinados y menos aún los imperialistas explotadores. Ellos caminan por un rumbo que está muy lejos de los intereses del verdadero pueblo tico.
Pasadas las elecciones, como siempre, el pueblo es una cosa y el gobierno otra muy distinta. Los gobernantes surgen en el nido de los inversionistas y pagan su éxito dañando al pueblo trabajador, igual a los intelectuales, a los obreros, a los campesinos y a los pescadores. Peor viven los desocupados o los informales.
La justicia tiene que ser para todos; ahora la lucha es para los universitarios.