La Comuna de París, la lucha por la emancipación de la clase trabajadora ayer y hoy
“La causa de la Comuna es la causa de la revolución social, es la causa de la completa emancipación política y económica de los trabajadores, es la causa del proletariado mundial. Y en este sentido es inmortal”, Lenin
Por: Martín Rodríguez E.
Este jueves 18 de marzo se conmemora el 150 aniversario de la Comuna de Paris (1789-1795) fue, durante la Revolución francesa, el gobierno municipal de la ciudad de París, Francia.
Establecida legalmente el 13 de julio de 1789, fue sustituida en la noche del 9 al 10 de agosto de 1792 por un consistorio insurreccional que fue desmantelado el 28 de julio de 1794.
La Constitución del año III, que funda el Directorio en octubre de 1795, la sustituye por 12 distritos municipales.
La clase trabajadora sigue luchando por los mismos objetivos, consciente o inconscientemente, ciento cincuenta años más tarde, y ha tenido siempre a La Comuna como modelo e inspiración de sus grandes victorias contra la barbarie capitalista en el pasado.
El 18 de marzo de 1871 los obreros franceses rechazaron al ejército prusiano que había vencido a Francia y luego, al gobierno francés que pretendía quitarles las armas. La defensa de las armas, del pueblo armado, se convirtió en una insurrección: los obreros tomaron el control de París y declararon la Comuna.
Con el Poder en sus manos, lo obreros parisinos, entre otras medidas, redujeron la carga laboral, prohibieron el trabajo nocturno, organizaron guarderías para los niños, congelaron el precio de arriendo de la vivienda, abolieron las deudas con los bancos, dieron reconocimiento a los “hijos no legítimos” y los cargos políticos de los dirigentes se declararon derogables en cualquier momento que el pueblo lo estimara.
A pesar que la Comuna de París duró solamente 72 días, y que los trabajadores fueron masacrados en una de las que fueron antes y siguieron siendo hasta hoy habituales masacres de la burguesía contra el proletariado, mostró a los pueblos lo que puede lograr la clase trabajadora con el poder en sus manos. “La Comuna”, dice Lenin, “era una amenaza mortal para el viejo mundo, basado en la opresión y la explotación. Esa era la razón de que la sociedad burguesa no pudiera dormir tranquila mientras en el ayuntamiento de París ondeara la bandera roja del proletariado”.
Esta conmemoración tiene mayor relevancia en nuestros días, cuando vemos el cruel y sistemático ataque a los derechos laborales y económicos de la clase trabajadora en todo el mundo capitalista.
La jornada laboral de 8 horas, las convenciones colectivas, la mejora en condiciones económicas que provean una vida digna para la clase trabajadora, para sus familias, son presentadas por los estafadores, los evasores al fisco, los contrabandistas y la mafia narco política nacional e internacional representada por las oligarquías criollas de cada Nación, como “privilegios”.
La clase trabajadora costarricense, en general, se encuentra en algo así como un “trance”, producto de la falta de conciencia política sobre sus derechos como ser humano, como clase social que enfrenta el más cruel ataque de la historia por parte de sus enemigos, los grandes millonarios, los burgueses, la oligarquía corrupta y parasitaria que detenta el poder en Costa Rica desde el fatídico golpe de Estado en 1948 y que instauró su dictadura.
Hoy la clase trabajadora necesita despertar, y para ello, es importante que la dirigencia sindical, en el más amplio término de nacional, se de cuenta de que la clase trabajadora sin conciencia de su ser, de su condición de trabajador y trabajadora, no de “colaborador o colaboradora”, falso término que han adoptado de los empresarios, es fundamental.
Para lograr esto deben retornar a las raíces mismas de la formación político sindical, crear conciencia, organizar y luchar verdaderamente por sus derechos, tanto en el sector privado como el público, al fin y al cabo, son clase trabajadora. Sin conciencia de la clase trabajadora el destino laboral para la presente y futuras generaciones, será de esclavitud, de trabajar, como ya se ha dado, por un plato de comida, con salarios de hambre, jornadas extenuantes, en condiciones laborales deplorables e inhumanas.
Hoy, a 150 años de la Comuna de París, a 104 años de la primera Revolución Socialista en octubre de 1917, las mafias político empresariales nos devuelven a las condiciones por las que se dieron esas Revoluciones, desempleo, hambre, pobreza, miseria, explotación.
¿Serán capaces, las organizaciones sindicales, de reconocer la situación actual en nuestro país y dar un cambio importante para retomar la lucha por los DERECHOS HUMANOS, crear conciencia y organizar?
¿Seremos capaces los trabajadores y trabajadoras, sobre todo los más conscientes y organizados en sindicatos, de profundizar en nuestro ser como clase, reconocer que cada derecho que hoy tenemos o que hemos perdido fue ganado por generaciones anteriores de trabajadores y trabajadoras en la lucha en las calles?
Ninguno de los derechos humanos laborales que hoy tenemos fue regalado por nadie, cada uno fue arrancado con organización y lucha.
La tarea está ahí.