Hace 199 años se quebró la dominación colonial, una gran victoria, y en 1856 derrotamos a los filibusteros yanquis. Ahora la lucha es por independencia ante el imperialismo, por la justicia social y por la democracia auténtica.

DECLARACIÓN DEL PARTIDO VANGUARDIA POPULAR

No olvidar que Juan Rafael Mora Porras, el libertador, nos enseñó que “el que descuida lo que tiene termina siendo inquilino en su propia casa”

No olvidar que Juan Rafael Mora Porras, el libertador, nos enseñó que “el que descuida lo que tiene termina siendo inquilino en su propia casa”

El próximo 15 de setiembre recordaremos que se cumplen 199 años de la independencia nacional; en la misma fecha la celebrarán los hermanos centroamericanos, cada uno a su manera y de conformidad con sus propias tradiciones y su particular situación política y social.

A pesar de los obvios obstáculos generados por la pandemia que nos asola, los niños de las escuelas y la muchachada de los colegios, juntos con otros ticos levantarán las banderas y harán que se oigan en toda nuestra geografía las hermosas notas y bellas palabras del himno nacional.

Estos actos de recordación del momento en que se rompió el coloniaje español nos enseñan la importancia de la libertad para todos los pueblos de la tierra. Con la quiebra del coloniaje, el pueblo dio su primer paso hacia la libertad; habrían de seguir muchos más. La libertad y el amor a la independencia tienen que ser un afán y una lucha de todos los días, o se pierde. Este es el inexorable destino de todos los pueblos, pero, de manera especial para los habitantes de los países más pequeños y pobres, como es el caso de nosotros, los costarricenses. Esta realidad nos obliga a todos, salvo a los corruptos y a los vendepatria, a dedicar cada día un pensamiento y una acción positiva sobre el destino de nuestro pueblo, vale decir, el destino de la patria.

Ser independiente es tener garantizado el pleno derecho a decidir, aunque ese es precisamente el derecho más descaradamente anulado.

Por eso es imprescindible—precisamente al recordar el 15 de setiembre de 1821—decidirse a trabajar y luchar por una independencia real y auténtica. Los grandes ricos y los politicastros que han convertido la actividad política en un instrumento para mantener, tanto al pueblo trabajador como a las riquezas naturales, expuestas a la rapiña de inversionistas y de banqueros, quienes, como es bien sabido, no tienen patria y tampoco decoro.

Los que entregan los bienes y las riquezas naturales son precisamente los dueños del capital criollo, quienes aspiran a acrecentar sus riquezas comprometiendo la libertad y la soberanía nacionales.

Así ocurrió después de la victoria del pueblo contra los filibusteros en 1856, cuando traidores de la misma calaña que los de hoy, dieron la espalda al patriotismo y fusilaron al Libertador, Juan Rafael Mora Porras y a su lugarteniente, el General José María Cañas. Son muchas las generaciones de políticos indignos, hasta el día de hoy, que con sus actos de corrupción fusilan todos los días a los héroes y mártires que nos salvaron del peligro de desaparecer como nación en 1856.

Ahí comenzó la ininterrumpida tragedia provocada por el entreguismo de los que adoran al becerro de oro y, en los hechos, odian al pueblo trabajador. Se les olvida—nunca lo recuerdan y cuando lo hacen lo tergiversan—que la única fuente de sus riquezas es el esfuerzo de los obreros, de los campesinos y de todo el pueblo. Como lo decía un viejo noble inglés: los pobres son la mina de los ricos.

En el mundo entero, en medio del marasmo sanitario y social provocado por la pandemia, unos pocos amasan grandes capitales, mientras los trabajadores sufren desocupación, hambre, enfermedad y muerte.

No estamos en tiempo de algarabías insulsas; la obligación de hoy es asumir responsabilidades morales y sociales sobre el futuro de los pobres en nuestro país. Es necesario luchar por una justicia social auténtica, es decir, sin demagogia politiquera.

Es posible que una vacuna ponga coto a la infección del coronavirus; pero no podrá frenar la amenaza de la hambruna, anunciada hace bastante tiempo por la ONU y en nuestra región por la CEPAL.

Al mismo tiempo organismos de diversa índole y especialistas ven a corto plazo el estallido de una profunda crisis provocada por las relaciones injustas en el trabajo productivo y por el modelo de relaciones internacionales provocada por el imperialismo norteamericano.

La amenaza más grave sobre todos los pueblos se llama “neoliberalismo”, que es apodo el más común para designar el modo de producción capitalista en su etapa imperialista.

Al gobierno que hoy padecemos los costarricenses se le ha llamado el gobierno del bicentenario de la independencia nacional. Es el gobierno de la derecha recalcitrante

Esa denominación no es más que un insulso juego de palabras y como en todos esos juegos, se manipulan palabras vacías y huecas. Vacías y huecas, como las maracas, ruidosas pero nada más. Exactamente así son las palabras de los hablan de la “patria” aunque en realidad son entreguistas desvergonzados. El entreguismo es una vileza, precisamente porque es una traición a los intereses del pueblo.

La independencia es el derecho a decidir, pero el derecho a decidir es precisamente el que ha sido enajenado por los ilegítimos dueños del poder. Es un poder comprado y envilecido por los medios de información y de propaganda rentados. Las virtudes morales o políticas han sido sustituidas por el dinero que, aunque sea sucio, como lo afirmó el emperador romano, no tiene mal olor. Ahí están los politiqueros y en otra tienda el pueblo. Dinero maloliente que convierte a los desmerecidos en poderosos caballeros politicastros.

En este mundo de hoy la política burguesa no tiene propósitos propios, simplemente esa política burguesa ha quedado reducida al arte de servir al imperialismo. No les importa quién manda en la mal llamada “casa blanca”; la primera virtud de un “demócrata latinoamericano” es obedecer al yanqui aunque sea tan bruto y tan inmoral como el conocido Trump.

Es un descaro de decir que en nuestro país gobierna un proyecto de “unidad nacional” y esto es un buen ejemplo de charlatanería política. La supuesta unidad no tiene fundamento en ningún programa nacional, ese remedo de confluencia política no tiene raíces nacionales, surgió del sometimiento del gobierno y de la mayoría de los diputados a los dictados del neoliberalismo, en su versión más brutal y más sucia. La unidad para servir a los yanquis es traición, en fin de cuentas es un modelo de neocolonialismo que debe ser rechazados por los patriotas. Los que se autocalifican anti neoliberales de palabra, pero sometidos en los hechos a la derecha entreguista y esclavizante, son doblemente culpables: por su servilismo y por su hipocresía.

El día que gobierne una verdadera unidad del pueblo se acabarán los corruptos, los contrabandista y la elusión fiscal.

Los convenios internacionales neoliberales tienen rango superior a la ley, y, por esa, vía también a la Constitución Política. Esos convenios son los “programas de ajuste estructural”, el Tratado de Libre Comercio (TLC) y muchos más, incluyendo los convenios de crédito con todo entramado financiero de dominación imperialista. ¿Y el derecho a decidir dónde está? Ya no está en Costa Rica está en Washington, en manos de funcionarios de tercera categoría.

Las relaciones entre Estados hace ya mucho dejaron de ser relaciones entre iguales. Siempre prevalece el criterio del más fuerte, el que sanciona y se reserva el derecho al ejercicio del delito de genocidio contra pueblos enteros. El imperialismo yanqui sanciona y amenaza con tener todas las opciones en la mesa, con cual se han subvertido absolutamente las normas que sirvieron de fundamento jurídico y moral para la creación de la ONU, después de la Segunda Guerra Mundial.

En el caso de Costa Rica, mientras se pretende lucir una flor en ojal, ya que según se dice no tiene ejército, resulta que el Presidente Pacheco se unió a la coalición que participó en la brutal ocupación de Irak, y aunque la Sala IV le enmendó la Plana, ahora el Gobierno de Carlos Alvarado es miembro del “grupo de Lima”, que avala ciegamente todas las criminales decisiones de Gobierno de Trump, incluyendo, en los hechos, la posibilidad de una invasión militar a la República Bolivariana de Venezuela y terribles amenazas contra los pueblo de Cuba y Nicaragua. Cuando Trump rebuzna: “todas las opciones están sobre la mesa”, los cuasi demócratas ticos guardan silencio. No tenemos ejército, eso dicen, pero no se oponen a una invasión militar contra pueblos a quienes el destino histórico hizo hermanos.

El régimen dominante en nuestro país ha organizado un brutal ataque contra los derechos de la clase trabajadora; el gobierno, la mayoría parlamentaria y jerarcas del poder judicial no se cansan de menoscabar los derechos constitucionales y consuetudinarios contra los obreros, los empleados y contra toda la clase trabajadora.

Miles de campesinos quieren trabajar para producir alimentos y materias primas para la agroindustria, pero el gobierno sigue sometido a las normas de los Paes, del Tratado de Libre Comercio con USA. Siguiendo esa política criminal fue destruido el Consejo Nacional de Producción y otras instancias de ayuda a los campesinos. Es absolutamente irracional que se menoscaben los derechos de los empleados, de los obreros y de los campesinos para servir a los intereses de una potencia extranjera.

Llegó la hora de ser libres no siervos menguados. Las relaciones de los Estados han de ser respetuosas por ambas partes, para que se cumpla la norma de igualdad jurídica. El imperialismo pretende dominarnos y nosotros, el pueblo, reivindicamos el derecho de luchar por todos los medios contra cualquier modelo de dominación extranjera.

Lamentablemente Costa Rica es un Estado subordinado a los intereses y las órdenes del Gobierno de los Estados Unidos. Esto es una vergüenza que mancha a todos los políticos que han posibilitado esta situación.

En la lucha contra el TLC Oscar Arias ofreció riquezas, automóviles y motocicletas de lujo además de muchas otras falsedades; engaños crueles porque los engaños son siempre crueles. Pusieron en evidencia las triquiñuelas con que la burguesía consigue sus éxitos electorales y a pesar de eso solo pusieron imponer el TLC con un fraude electoral.

La metodología burguesa para ganar elecciones se puso de manifiesto en el llamado “Memorandum del Miedo”, documento en que se recogió la bochornosa metodología utilizada para engañar e intimidar a los electores.

Ahora los hermanos Arias Sánchez se han reactivado políticamente para imponer un convenio con el Fondo Monetario Internacional, hasta ahora mantenido en secreto.

El Fondo Monetario es el brazo más brutal del imperialismo yanqui. Es el demonio de la pobreza, del hambre para los trabajadores y para los campesinos y el enemigo jurado del derecho al ejercicio de la soberanía nacional.

El Gobierno, los Arias y toda la burguesía traidora son enemigos de la independencia, de la libertad y de la democracia auténtica. Son enemigos jurados de los trabajadores, de los campesinos y de todos los pobres de la tierra.

Los enemigos de estos valores no podrán celebrar la independencia; ellos cumplirán un protocolo hipócrita.

Nosotros mantendremos nuestra lucha para lograr la unidad de todo el pueblo y sobre esa unidad levantar una Costa Rica nueva, democrática, libre y justa.

Esta es una fiesta exclusiva de los patriotas.

No olvidemos nunca lo que nos enseñó Juan Rafael Mora Porras: “El que descuida lo que tiene termina siendo inquilino en su propia casa”.

Ahora somos inquilinos: luchemos juntos para poder vivir en nuestra propia casa: Costa Rica.

PARTIDO VANGUARDIA POPULAR

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