La pandemia del coronavirus está entrelazada con una recesión en los países desarrollados
Los países dependientes será las principales víctimas de esa crisis económica. Las medidas del gobierno y de la asamblea no resuelven los problemas de los trabajadores afectados por el paro patronal.
La situación actual hace obligatoria una inmediata reactivación económica basada en el desarrollo de la agricultura campesina, de la pesca y de la agroindustria.
Por: Humberto Vargas Carbonell
La pandemia provocada por el llamado “coronavirus” o “codiv-19 se ha extendido por el mundo entero. Esta una pandemia es un grave peligro para la salud pública y para las condiciones de vida de los pueblos, lamentablemente ya recorre el mundo con pasos de gigante.
Los médicos, todos los trabajadores hospitalarios están respondiendo con heroísmo y en los centros científicos se buscan medicamentos y vacunas, un empeño que obliga a un reconocimiento tan grande como su esfuerzo.
Nadie tiene respuesta para una acuciante pregunta: ¿Cuántas personas tendrán que sufrir las consecuencias de la grave enfermedad y cuántas vidas más se perderán?
Los epidemiólogos y los estadígrafos hacen cálculos que apenas logran acercarnos a la verdad del desarrollo del fenómeno y ese acercamiento es también un logro. Permite planificar la atención de los enfermos y también tomar las medidas para evitar mayores daños.
Es posible afirmar que desde el punto de vista médico y científico la humanidad está bien atendida. Hay enormes diferencias determinadas por el régimen de la salud pública de cada país o región, pero en cada caso este factor determinará los resultados finales.
La situación particular está determinada por el carácter del Estado y por las relaciones económicas de los diversos sectores de la sociedad.
El Estado estará obviamente interesado en conservar la estabilidad de la clase dominante. Puede ser también que algunos países esa “estabilidad” se quiebre y se abran las compuertas por donde deberán pasar los cambios necesarios.
La crisis humana y social generada por la pandemia tiende a convertirse en un fenómeno único con otra crisis, la económica, que está erosionando gravemente las relaciones impuestas por los modelos capitalistas neoliberales y por el poder imperialista.
Todos los acontecimientos ponen en evidencia que la pústula de la desigualdad estallará y que necesariamente tendrá que reventar para sanar a la sociedad humana.
La desigualdad, institucionalizada por el capitalismo neoliberal, es también una pandemia, al final de cuentas, más grave y más extendida que la provocada por el coronavirus. En todo caso, son fenómenos inseparables, así para la mayoría de la humanidad, que son los trabajadores productores.
En el mundo entero, con la salvedad de los países socialistas y también en aquellos en que gobierna el progresismo realmente popular, crecerán la desocupación, el trabajo informal, los salarios indecentes y se agudizarán los problemas vinculados a la pobreza.
II
Las medidas del Gobierno y de la Asamblea Legislativa son absolutamente insuficientes para paliar los problemas generados tanto por la pandemia como por el marco establecido por el modelo antisocial conocido como neoliberalismo.
En el campo de los grandes empresarios son muy pocos los que han previsto la necesidad de cambiar el modelo neoliberal; en términos generales éstos consideran que el capitalismo solamente podrá sobrevivir si renuncia, en alguna medida, a la abismal diferencia económico-social entre los que acumulan capital y los reales productores de todos los bienes y de toda riqueza. trabajadores. ¿Será posible que se produzca una “humanización” del capitalismo-imperialismo? Estamos convencidos de que a estas alturas de las relaciones entre los magnates y los empobrecidos no será posible establecer un nuevo modelo de relaciones con los trabajadores. El capitalismo en su fase superior y última, el imperialismo, no le será posible encontrar un tipo de relaciones realmente justas. Las relaciones entre las clases sociales solamente serán realmente humanas si se logra encontrar un rumbo que conduzca, mediante procesos que han de ser muy complejos, al fin de la brutal explotación que hoy impera en el mundo. En cada país una clase dominante se apropia de los frutos del trabajo de los obreros y de los campesinos, y a nivel del orbe los imperialistas explotan a pueblos enteros.
Estos procesos serán muy complejos porque los movimientos populares deben adaptarse a las condiciones particulares de cada sociedad. Los procesos de tránsito de un modo de producción a otro requieren una singular capacidad de adaptación a situaciones particulares, donde el recurso fundamental debe ser la originalidad.
Lo principal y decisivo es terminar con la brutal explotación capitalista.
Para eso es imprescindible la unidad popular, la organización popular y la decisión de luchar
III
Los capitalistas nunca estarán conformes con las decisiones del Gobierno y de La Asamblea Legislativa, aunque les favorezcan. Siempre quieren más y no renuncian al anhelo de intensificar cada vez más la explotación de toda la clase trabajadora.
Esto es muy claro.
Está claro para nosotros los costarricenses y seguramente para todos los pueblos del mundo.
Para los trabajadores condenados a la desocupación o al paro, la situación es gravísima. No se diga de los trabajadores del sector informal, que quedan el terreno de la incertidumbre del pan o la tortilla de cada día.
Algunos asalariados de patronos en paro están recibiendo medio salario; con el salario completo no lograban terminar el mes, qué podrán hacer ahora con la mitad.
Conozco un caso de una madre para la que el medio salario significa trescientos mil colones al mes. Paga 150 mil colones de alquiler, debe pagar el agua, la electricidad, el teléfono, los alimentos y otros gastos. Tiene dos hijos pequeños. Estimado lector piense en la situación de esta señora y haga sus propias conclusiones.
Todos los obreros, los empleados y los campesinos amenazados por el hambre y la desnutrición. El hambre y la desnutrición son otro “coronavirus” que amenaza constantemente a los pobres.
IV
Para hacer frente a la situación presente y la inevitable crisis que amenaza al pueblo consideramos que la tarea más urgente es garantizar los alimentos básicos a todos los costarricenses.
El neoliberalismo y su peor consecuencia, el TLC ha generado una gravísima crisis en la agricultura campesina.
El país tiene que importar arroz, frijoles, maíz, cebollas, ajos, papas, café, frutas, carne y muchos otros alimentos básicos.
La pesca también está en crisis.
Los gobiernos neoliberales han ignorado a los campesinos y a los pescadores y los han empobrecido hasta llegar a una situación de crisis humanitaria. Miles de familias están en esta situación.
A la par de los desocupados urbanos viven en pobreza extrema muchos campesinos sin tierra y sin posibilidades de producir.
Como es obvio a los grandes supermercados nos les interesa ni les importa el destino de los costarricenses, por eso importan productos que pueden ser producidos por nuestros campesinos.
Si la crisis se profundiza, como es posible prever, las empresas agrícolas o industriales extranjeras terminaran con su actividad y sus trabajadores pasaran a engrosar las filas de los desocupados.
Las empresas monopólicas de la agricultura producen principalmente “postres”, como alguna vez lo dijo el Presidente Carazo Odio. Bananos, piñas, melones, jugo de naranja, no son para los países desarrollados artículos de primera necesidad.
La prensa informó que los Países Bajos dejaron de comprar piña.
Es necesario estar preparados para tal contingencia.
Ante este problema es necesario resucitar el concepto y la consigna de Soberanía Alimentaria. La mejor lucha contra el hambre y la desnutrición es la producción de los alimentos.
Los mismo podemos en relación con pesca, es necesario romper el círculo de la estupidez que domina esta actividad: los grandes atuneros disfrutan de privilegios y a los ticos se les ponen trabas, que en condiciones realmente críticas, resultan absolutamente irracionales. La agricultura campesina, la pesca y la agroindustria deben ser las actividades anticrisis. Este el camino de una racional reactivación económica.