El flagelo del desempleo
Por: Edgar Gutiérrez Cordero
El trabajo es la principal forma de conseguir un sustento para nosotros y nuestra familia, sin él no podemos asegurarnos un mínimo de calidad de vida, y lo que es peor, no se cuenta con la seguridad social a la que todo costarricense debe tener derecho.
Yo formo parte de los 24,507 desempleados del Cantón de Corredores, provincia de Puntarenas.
Como lo mencioné al principio el no tener trabajo implica no tener derecho a la salud. Mi esposa, Nery Martínez Serrano M, trabaja para el Ministerio de Educación, esto le permite asegurarme, mediante el modelo que la Caja del Seguro Social, denomina beneficio familiar. Claro que este modelo de asegurar la familia tiene un vencimiento, que fue lo que me paso el día de hoy a mí, aunque mi esposa había realizado los tramites de renovación, solicitud que le fue denegada a mi compañera y que dio pie a la institución hospitalaria para no atenderme, sin importar la gravedad de mi padecimiento. Después de algunas discusiones con las jefaturas del citado hospital, logre que se me atendiera.
El no tener un empleo nos convierte en menesterosos sociales, algo así como ciudadanos sin patria. Ante este flagelo se hace necesario organizar a los desocupados de este país para luchar por una política inclusiva, que cubra a todos los desempleados y desempleadas de esta nación.
“La información es compartida por cuantos observan que el volumen de desocupados tiende a crecer. Las cifras están superando las barreras de los 19 millones de latinoamericanos y caribeños”, denunció en su más reciente congreso en la capital peruana, la Federación Latinoamericana de Trabajadores de la Cultura y Comunicación Social -FELATRACCS-, haciéndose eco de las estadísticas de las organizaciones internacionales, y concluye con un dramático dato, “en tanto que el número de gente sin trabajo aumenta en un promedio anual de 1,7 millones.”