Unica solución real: desarrollo económico democrático patriótico y popular
Algunos apuntes sobre la realidad política y social de nuestro país.»
Por: Humberto Vargas Carbonell
En un programa de noticias escuché que el Presidente Alvarado culpa de la ya evidente recesión económica a la huelga de los educadores. Esta declaración es una evidente falsificación de la realidad, convertida en justificación de sus propias equivocaciones. Es un viejo truco de los poderosos: culpar a las víctimas de los daños sufridos por ellas mismas. Es una vieja máxima de la ultraderecha extremista: ¡pueblo, sufre y cúlpate!
Cualquier persona sin ninguna dificultad puede llegar a la conclusión de que el Presidente está mintiendo para ocultar sus propios errores.
¿Cuál es la conexión de la huelga de los educadores con el desastre económico y social que padecemos los costarricenses? Obviamente ninguna. Esa huelga no destruyó medios de producción, ni atentó contra los trabajos productivos.
Las causas andan por otros caminos y la responsabilidad principal es de un gobierno de derecha, que abandonó la posibilidad de soluciones nacionales y patrióticas para servir a intereses ajenos. Se persignaron ante el monroísmo, para ofrecer su devoción a un modelo neocolonial en que se rinde culto al llamado neoliberalismo. No se trata de una nueva versión del liberalismo capitalista, puesto que ya no se practica la libertad de comercio y se abandonó la llamada “democracia burguesa”. Es una nueva realidad que se llama imperialismo.
Esta nueva etapa del desarrollo del capitalismo, dominada por enormes monopolios que luchan por la dominación de todos los pueblos y el apoderamiento y explotación de los recursos que pertenecen a otros países.
El capitalismo premonopolista, en su imprescindible lucha contra el mundo feudal generó la libertad de comercio y una superestructura política, la llamada “democracia burguesa”; en su fase imperialista condujo al monopolio, al poder omnímodo de los grandes carteles y por esa a la destrucción del viejo modelo político liberal.
En las condiciones del poder imperialista la democracia no es más que un sainete, a veces cómico pero casi siempre trágico. Las víctimas principales son siempre los mismos y así en todas las latitudes: la clase obrera, los campesinos y todo el pueblo trabajador.
Igual que antes de la aparición de los monopolios, en las condiciones del imperialismo, la esencia de los procesos sociales es la misma: la lucha de clases, el enfrentamiento entre los explotadores y los explotados.
El poder de los grandes monopolios se mueve en terrenos de una crisis permanente, que solo puede ser paliada por apropiación violenta del trabajo de los productores, de abusiva y brutal injerencia en los países dependientes, con absoluto irrespeto a las normas de la
convivencia pacífica. Su ley es el latrocinio, el dolor, la muerte, el sacrificio y la explotación de pueblos enteros y de grandes regiones del mundo.
La prueba fundamental de la crisis del imperialismo es la violencia política, militar, económica y social así como el uso de la falsedad y de la mentira como armas dominación. En el arsenal ideológico imperialista nunca podrán aparecer ni la verdad ni la decencia. La superestructura política del imperialismo es el fascismo. El fascismo puede tener diversas manifestaciones formales, según las tradiciones históricas y la estructura económica de las diversas sociedades, pero su esencia es invariable. Puede disfrazarse de “democracia y de “defensor de los derechos humanos” pero siempre ejercerá la violencia contra los pueblos y contra cualquier manifestación de ideología progresista.
El comunista Georgeui Dimitrov enfrentó con especial interés y estudió el fenómeno del imperialismo durante el período anterior a la Segunda Guerra Mundial y especialmente sobre el poder hitleriano, por el que personalmente reprimido. Fue el Secretario General de la Internacional Comunista.
Dice Dimitrov: “La subida del fascismo al poder no es un simple cambio de un gobierno burgués por otro, sino la sustitución de una forma estatal de dominación de la clase burguesa—la democracia burguesa—por otra, por la dictadura terrorista abierta. Pasar por alto esta diferencia sería un error grave, que impediría al proletariado revolucionario movilizar a las más amplias capas de los trabajadores de la ciudad y del campo para luchar contra la amenaza de la toma del poder por los fascistas, así como aprovechar las contradicciones existentes en el campo de la propia burguesía. Sin embargo, no menos grave y peligroso es el error de no apreciar suficientemente el significado que tienen para la instauración de la dictadura fascistas las medidas reaccionarias de la burguesía que se intensifican actualmente en los países de democracia burguesa, medidas que reprimen las libertades democráticas de los trabajadores, restringen o falsean los derechos del parlamento y agravan las medidas de represión contra el movimiento revolucionario”.
Algunos se preguntaran: ¿Qué tiene que ver el fascismo con nuestra situación?
Tiene que ver con la conducta política de los gobernantes (incluyo a los tres poderes y al Tribunal Supremo de Elecciones) así como a su base social, la oligarquía y a la descarada injerencia de los monopolios gringos.
El rasgo principal y definitorio de estos organismos públicos y de las clases dominantes en su conjunto es su sometimiento a la política del imperialismo yanqui; la injerencia del gobierno de los Estados Unidos ha penetrado estas las esferas más elementales de la vida política, social, económica y cultural del país.
Desde las alturas se intenta resquebrajar las mejores tradiciones nacionales y por cada hendidura se va filtrando lo peor del poder monroísta. Pareciera que los que mandan pretenden cristalizar en nuestra sociedad una colonia política e ideológica. Es una cristalización ya muy avanzada
Las reservas patrióticas están en el pueblo organizado y en las organizaciones que necesariamente vendrán. El aliento, la vida, el vigor patriótico y la justicia; el futuro independiente está en manos de los humildes, de los obreros, los campesinos, los educadores, los desocupados, los trabajadores informales y los intelectuales orgánicos.
La deriva fascista que está en marcha se evidencia en la eliminación de derechos básicos de los trabajadores, el código de trabajo sufrió un duro golpe con promulgación del “Código Procesal Laboral”, que se completará con la eliminación del derecho de huelga y la ley de trabajo público. Y seguirán eliminando derechos y preparándose para la represión.
Ausencia de derechos más persecución es el fascismo; lo que queda de la democracia burguesa tiende a ser una simple mascarada. El servicio al imperialismo brutal y salvaje cierra el círculo de muerte para la democracia burguesa.
Las generaciones jóvenes están luchando.
Movilización popular, organización popular, lucha popular y, por encima de todo, unidad popular. Ese es el camino que nos señala el patriotismo y la justicia social.
II
El fascismo es una enfermedad contagiosa cuyo único antídoto eficaz es la organización, la lucha y la unidad de los obreros, los campesinos, de todos los explotados y discriminados
Ignoran acaso los gobernantes de este país la historia trágica de las relaciones de este monstruo terrorista con los pueblos latinoamericanos. Por supuesto que no y siguen pregonando que los Estados Unidos son el paradigma democrático para todos los pueblos. Esto es complicidad con un Estado terrorista y la complicidad también atenta contra los derechos humanos. La complicidad por miedo es también un crimen.
Solo por complicidad con el terrorismo se puede ser miembro activo del llamado “cartel de lima”. Estos señores son indiferentes a los criminales ataques contra del pueblo cubano, agredido, asediado y bloqueado durante más de medio siglo; no les importa que después de tanta brutalidad en este momento se agreguen nuevas agresiones, en razón de una ley gringa, Helms-Burton. Cuba ha podido sobrevivir y crecer gracias a una dirección tan inteligente como valerosa y a un pueblo realmente heroico. Martí y Fidel lo educaron y por eso brillan como una estrella radiante en el mundo de los pueblos dignos.
Los ataques contra el pueblo y el legítimo gobierno de Venezuela han sido un intento genocida. Quitarle la electricidad, el agua a la población y además, obstaculizar las fuentes de recursos económicos, privarlo de relaciones financieras internacionales y además organizar
golpes de Estado y crímenes políticos. Estos es el típico terrorismo fascista.
Poner en la mira de sus crímenes una vez más al pueblo de Nicaragua, después de haberle causado daños materiales que la Corte Internacional de Justicia valoró en 17 mil millones de dólares y de los cuales no pagó nada. Lo peor fue el robo de vidas humanas. La historia de Nicaragua ha sido trágica por los crímenes y daños causados por el imperialismo. Este pueblo tiene derecho de vivir en paz y el gobierno de Ortega y Murillo se lo garantizan; el ansia de lograr la paz para vivir en justicia despierta el odio de los imperialistas y de sus lacayos.
III
El imperialismo yanqui no entiende las relaciones internacionales como no sea calificando a los gobiernos extranjeros como amigos (sirvientes) o como enemigos (patriotas).
El gobierno de Costa Rica está calificado: es amigo-sirviente del Gobierno imperialista. Si hizo acreedor a ese “privilegio”, no solo por las convicciones de los gobernantes sino también por temor.
La injerencia yanqui ha llegado a ser tan profunda que la oligarquía, por su atraso político y por su parasitismo, han terminado en ser esclavos políticos de un monstruo que pisotea los derechos de todos los pueblos, que no admiten el pensamiento propio ni en cuestiones de mínima importancia, que se burlan de los derechos humanos, que pisotean los principios establecidos en la Carta de las Naciones Unidas y que repudia la normativa acordada universalmente para la defensa del medio ambiente.
El imperio ha logrado establecer una normativa internacional que le garantiza sus intereses de manera absoluta, en detrimento de los países dominados. Es verdadero enjambres de convenios en que una de las partes –siempre la principal—se impone a las otras. Me refiero a convenios de libre comercio, programas de ajuste estructural y otros convenios con el Fondo Monetario Internacional, Convenios con el Banco Mundial y sus sucursales, con la Organización Mundial del Comercio y muchos otros.
Nuestro pequeño país ha sido aherrojado por estos convenios cuya función principal es menoscabar la soberanía y declarar absolutos los intereses de los monopolios extranjeros. Estos convenios, en nuestro país, tienen “autoridad superior a las leyes, así lo dispones el artículo 7 de la Constitución Política.
En estas condiciones de dependencia cualquier proyecto de desarrollo económico encontrará dificultades y hasta obstáculos infranqueables.
El Gobierno de Alvarado y Piza están apostando a la inversión extranjera directa para resolver las consecuencias de una recesión económica que está apenas anunciando sus primeras consecuencias. Como se suele decir esa medida es como poner a las ratas a cuidar una bodega de quesos.
Por supuesto que hay ramas en que la inversión extranjera directa puede contribuir al desarrollo, en los casos de transferencias de tecnología, cuando contribuye al desarrollo de industrias nacionales y cuando invierte una parte significativas de sus ganancias en la ampliación de su propia actividad o cuando ayuda a nuevos emprendimientos productivos. En nuestro caso esta hipótesis no es común. Las inversiones en la maquila o en grandes empresas agrícolas han dejado puestos de trabajo mal remunerados, violación de derechos laborales, diseminación de enfermedades.
Bajo las condiciones impuestas por el imperialismo la recesión económica no tiene salida. La solución es el desarrollo económica patriótico y popular.