El pulso entre la derecha y la ultra derecha
Por: Martín Rodríguez Espinoza
Haciendo lectura de la historia de nuestra Patria, la disputa entre diferentes sectores de la oligarquía ha llevado a desacuerdos sobre la implementación o no de medidas neoliberales, la elección de tal o cual directorio legislativo, de un ministro o ministra; o de una presidencia ejecutiva equis, pero también llevó a la confrontación armada.
El creciente desarrollo del Partido Comunista, en la década de 1930 representaba un peligro para la oligarquía nacional, los Estados Unidos lo hizo saber y se tomaron acciones para impedir la influencia comunista.
Para la oligarquía eso del Código de Trabajo, la Seguridad Social, derechos sindicales e incluso derechos humanos; la reforma agraria, vivienda digna, salarios justos y jornada laboral de 8 horas, era algo que no lo podían permitir, debían detener las “malas ideas” comunistas que permeaban al gobierno de Calderón Guardia.
Han querido borrar de la historia que el partido comunista se fortalecía, crecía y se convirtió en una de las principales fuerzas políticas, “los diputados comunistas pasan de dos en 1942, a cuatro en 1944; en 1946 pasan a ser seis y en 1948 llegan a ser doce.”, indica la investigadora y escritora costarricense, Macarena Barahona en su libro “Los proscritos”. Eso no le gustó a la corrupta oligarquía y mucho menos a la embajada de los Estados Unidos, debían detener a los comunistas.
Eso llevó al enfrentamiento entre dos sectores de la oligarquía, uno la cafetalera que amasaba su fortuna sobre las espaldas de miles de familias que sembraban y cosechaban el “grano de oro” y por otro la incipiente oligarquía financiera e industrial. La primera más conservadora y la segunda más radical y ligada a las directrices que desde Washington se emiten, aunque ambas pro imperialistas.
Para el Partido Comunista de Costa Rica (Vanguardia Popular) fueron veintisiete años de persecución, asesinatos, robo de todos sus bienes, exilio, cárcel, clandestinidad, en fin ese fue el intento fascista por exterminarlo.
Hoy las condiciones son diferentes, pero los intereses en la oligarquía empiezan a visibilizarse con algunas diferencias que rompen con la unidad alcanzada para llevar adelante la implementación de medidas neoliberales más radicales que los Programas de Ajuste Estructural (PAE) para acabar con las empresas estatales de cemento, semillas, producción agrícola, obras públicas y servicios, así como los Tratados de Libre Comercio (TLC), al parecer estos ya les son insuficientes y un sector de la oligarquía pugna por más fuertes y radicales medidas neoliberales.
Su objetivo es la destrucción total de la institucionalidad pública, la Caja Costarricense de Seguro Social, CCSS, el Instituto Costarricense de Electricidad, ICE, Acueductos y Alcantarillados, AyA, pero también está en su agenda la eliminación de toda organización política, sindical y social que se oponga a ese objetivo y la implantación de un régimen dictatorial de ultra derecha. Ya trabajan con ese objetivo.
Partidos como Alianza Demócrata Cristiana (ADC), Partido Nueva Generación (PNG), Renovación Costarricense (PRC), Republicano Socialcristiano, Movimiento Libertario, Accesibilidad Sin Exclusión (PASE), Unidos Podemos (UP) y un sector de la Unidad Social Cristiana (PUSC), intentan usar las elecciones municipales del 2020 como ensayo para determinar si el experimento de coalición tiene futuro. Un experimento que el cuestionado Mario Redondo define cuando dice que, “yo creo que existe una consciencia acerca de la importancia de consolidar un bloque de centro derecha, integrado por varios partidos, y existe también la voluntad de ir trabajando y construyendo algo en esa dirección. Creo que este proyecto se trata de algo mucho más allá de participar juntos en las elecciones municipales”, estas declaraciones a un medio de comunicación lo deja claro.
Se dicen llamar de “centro derecha”, pero que, por su composición, es un embrión fascista que empiezan a incubar. De esa «coalición» algunos elementos del PLN, el PAC y el PUSC no se escaparán.
En el artículo ¿Efecto Bolsonaro en Costa Rica? hablamos un poco sobre esto.
En las “crisis” capitalistas surge con fuerza el rostro del fascismo como perro rabioso para “apaciguar” las fuerzas populares, de izquierda o sociales en general que luchen por derechos concretos y con más razón contra las fuerzas revolucionarias que tenemos como objetivo un cambio social verdadero, profundo, socialista. Uno que cambie de raíz la dictadura del sector financiero e imponga el poder del pueblo.
El capitalismo es autodestructivo, ya Carlos Marx lo dijo hace más de 100 años, en todo esto un sector de micro, pequeños y medianos empresarios y agricultores salen perdiendo también, son arrollados por la aplanadora neoliberal, creyeron el cuento de que el TLC les favorecería también, les mintieron, los engañaron y cayeron en la trampa del sector financiero, los verdaderos favorecidos. Este sector empresarial nacional ve cerrar las puertas de sus negocios y despedir trabajadores, pero son víctimas también del gran capital financiero y las políticas que el FOndo Monetario Internacional, FMI, impulsa por medio de sus piezas en el Ministerio de Hacienda, Poder Ejecutivo y Poder Legislativo, todas cumpliendo al pie de la letra sus designios.
En esta guerra de sectores empresariales de la oligarquía quieren acabar con todo y con todos. Quieren imponer el fascismo, pero no se equivoquen, es una guerra de la derecha contra la ultraderecha, el pueblo perderá con cualquiera de los dos bandos. Unos atacan al “gobierno del PAC” y estos a “los pentecostales”, confunden a la gente con frases como de que el PAC es un “gobierno comunista” cuando a todas luces es capitalista y estos a la vez, se autoproclaman defensores de los derechos de las minorías. No es una lucha de quienes defienden derechos humanos y quienes pretenden construir hogueras, es una lucha de la derecha contra ultraderecha.
Se impone, entonces, la alternativa revolucionaria, la alternativa del pueblo trabajador, del pueblo humilde, de los pequeños y medianos productores agrícolas, de los campesinos, de los empleados públicos, de los trabajadores del sector privado, en fin del pueblo costarricense. Se impone la unidad del pueblo en un proyecto popular, patriótico y antiimperialista, solo así lograremos una independencia que nos permita desarrollarnos como país.
Seguir alguna otra “corriente” sería caer en la trampa de quienes se perpetúan en el poder, de quienes ostentan el poder en Costa Rica desde la independencia de España, de quienes asesinaron a Juanito Mora, de quienes asesinaron, encarcelaron y torturaron en los años 40´s, de quienes se opusieron a la CCSS, al Código de Trabajo, a la jornada de 8 horas, al aguinaldo, a las vacaciones pagadas, al periodo de gestación y de lactancia de las madres, quienes impusieron los PAE, los TLC. Exactamente los mismos que han generado décadas de pobreza y miseria, desempleo y explotación laboral, son el poder detrás de los títeres electos en los cargos electorales, es el gran empresariado financiero, la oligarquía corrupta y parasitaria.