Culpar a los empleados públicos de la crisis fiscal es una tontería y , además, una infamia
La crisis fiscal es el punto más visible de una crisis nacional, que abarca todo el ámbito social, económico y moral. Costa Rica necesita un rediseño patriótico y conforme a su propio im0ulso histórico, sin intromisiones imperiales.
Por: Humberto Vargas Carbonell
Es innegable que hay una crisis y que esa crisis es una amenaza para el futuro de todos los costarricenses.
También es evidente que la crisis no es solo fiscal, tiene muchas otras facetas igualmente amenazantes.
Por eso en esta nota dejo de la lado los números y el juego contable de gastos o ingresos. Y es que en ocasiones esta estrecha discusión contable da impresión de que las autoridades no pueden ir más allá de lo que podría considerarse la administración de un pequeño comercio.
Los que gobiernan están obnubilados por lo que piensen de nuestra situación algunas entidades que miden permanentemente el posible riesgo de que los Estados deudores no puedan pagar a tiempo sus abonos e intereses.
A la par de estas mediciones existen otros fantasmas amenazantes, entre los cuales sobresale el Fondo Monetario Internacional. El FMI se alimenta de las dificultades financieras de los países pobres y de otros no tan pobres; cuando lanza el zarpazo, hiere y chupa sangre, tienen un gusto salvaje , se sacian con los sacrificios de los pobres y en especial de desocupados.
Las preocupaciones oficiales sobre lo que estarán pensando los monstruos financieros es el centro de atención, que, lamentablemente, se acompaña con una miedosa tembladera.
Al final de cuentas el centro del miedo es el temor a Trump, quién no solamente es el comandante en jefe del ejército USA, sino también el jefe supremo de las bestias financieras. Trump es tan innoble y tan inescrupuloso como lo fue Adolfo Hitler. No respeta las normas del derecho internacional ni los valores éticos de la sociedad.
¿Y la gente, vale decir, los ticos?
Los gobiernos que se olvidan de su gente no merecen ninguna consideración. Obviamente, la sociedad costarricense no es plana; unos viven en las cumbres millonarias y, otros, la mayoría, en los fosos de la pobreza.
Para definir a un gobierno o a un gobernante que, a fin de cuentas, es lo mismo, hay que preguntarse para quién gobierna. No es posible gobernar bien para todos. La vida de los ricos es una y la de los explotados otra, por cierto, muy distinta.
Como es evidente aquí se gobierna en favor de los oligarcas criollos y en contra de los más humildes. Y en medio de este conflicto están los super privilegiados: los monopolios extranjeros. Aupados éstos por el servilismo de la clase dominante y de sus representantes en el gobierno
Esta es la esencia de la crisis nacional. Por supuesto que no se puede solucionar con la “contabilidad de pequeña empresa”.
¿Qué es lo que está afectado por la crisis? Pues toda la vida nacional, y no solo el desequilibrio fiscal.
En primer lugar es necesario identificar las causales de la crisis fiscal. Debe examinarse, en primer lugar, los privilegios fiscales para los monopolios extranjeros, la evasión y elusión de las grandes empresas de capitalistas nacionales.
Otro componente de este elemento del desequilibrio son las actividades delincuenciales alcahueteadas, el contrabando, los pagos extraordinarios, sin causa evidente, a los que contratan con el Estado, los “carteles de licitación” amañados y, de manera especial, la amplia gama de actos de corrupción administrativa. Capítulo aparte merece el examen de las concesiones obra pública.
Ninguno de estos actos no son realizados directamente por los trabajadores, son un privilegio de los altos funcionarios nombrados por razones políticas y por supuesto, por los inversionistas. Buen ejemplo de esta situación han sido el llamado “cementazo” , el intento de construir la conocida “trocha”, los pagos a OAS, que más fue una donación…La lista resulta interminable, pero no se debe dejar de mencionar la conducta del señor Jorge Chavarría, hasta hace poco Director General del Ministerio Público.
Ante esta esta situación resulta una infamia que se culpe a los trabajadores del Estado. Estos no deben ser confundidos con los nombramientos por razones políticas. Estos últimos son los que manejan las finanzas públicas y contratan en nombre del Estado. Las diferencias entre unos y otros son evidentes.
Por otro lado la sociedad está sufriendo un proceso de destrucción de la economía nacional. Los monopolios extranjeros han destruido y sustituido a importantes ramas de la economía nacional. Las maquilas, la importación de ropa usada, la fabricación de calzado han destruido importantes ramas artesanales; los monopolios comerciales de artículos de amplio consumo han desplazado a la pulpería, una economía familiar muy extendida y positiva.
En gran medida nuestro futuro depende del desarrollo de una agricultura y una agroindustria nacional. Pero este futuro está cerrado por los monopolios agrícolas, que dañan el ambiente, afectan la salud de los trabajadores y se roban la fertilidad del suelo. Los trabajadores del agro desplazados aumentan el volumen de los tugurios y el dolor de la pobreza extrema.
Monopolios pesqueros se roban las riquezas del mar, especialmente el atún, en tanto los pescadores criollos padecen hambre y son condenados a la desocupación y a la miseria. Basta visitar las islas del Golfo y las costas para ver lo que los gobernantes ignoran o no quieren ver.
La banca privada, que es el centro de negocios que nada tienen en común con el interés nacional.
La educación padece una crisis multifacética, denunciada permanentemente por las organizaciones de los educadores.
La desocupación se agrava en la nueva generación. No basta estudiar y prepararse, la desocupación absoluta y relativa crecen por igual.
Mientras esto ocurre más de un millón de compatriotas se tienen que dedicar a las actividades informales y la mitad de los asalariados reciben salarios inferiores al mínimo fijado por ley.
En esta hora la crisis social se refleja en el preocupante crecimiento de la actividad delictiva, con la aparición de la delincuencia organizada, el sicariato y el crecimiento exponencial del tráfico y consumo de drogas prohibidas.
La solución de la crisis fiscal basada en el descenso del consumo solvente, es un intento irracional, puesto que agudizará todos los otros elementos de la crisis fiscal y económica. El resultado será la agudización del problema de la desocupación y su secuela, más pobreza.
El neoliberalismo y los tratados de libre comercio han cerrado las posibilidades de un desarrollo realmente nacional, capaz de beneficiar a toda la población. Este modelo es un paliativo de la crisis régimen capitalista-imperialista a costa de condiciones de vida y de las posibilidades de desarrollo económico-social de los países pobres.
El gobierno no será capaz de solucionar los problemas derivados de la de sus concepciones neoliberales y de su irresponsabilidad histórica.
Aparece en el fondo de la discusión del problema fiscal la necesidad de plantearse una solución más amplia, un nuevo diseño de país.
Este diseño dependerá de una nueva correlación de fuerzas de las clases sociales.
Sin patriotismo auténtico el proclamado amor a Costa Rica es pura palabrería.
El patriotismo es la gran virtud de los humildes.
Es necesario retornar a los viejos caminos y andar por las rutas de Juan Rafael Mora y los héroes que nos dieron la independencia en 1856.