El nuevo gobierno representa la unidad de la oligarquía apátrida con los monopolios extranjeros

Costa Rica no patrocinará jamás
Partidos fratricidas, usurpadores vandálicos.
Que nuestra fecunda unión no se altere jamás,
Que su ejemplo se imite siempre que sea preciso
Combatir por el honor y la independencia de Costa Rica.
Juan Rafael Mora Porras, EL LIBERTADOR.

 

Un gobierno neoliberal es un gobierno enemigo de los trabajadores

El 8 de mayo, por disposición constitucional, se hará cargo de la Presidencia de la República el señor Carlos Alvarado.

El nuevo Presidente, antes como candidato y después de su victoria electoral, anunció un Gobierno de unidad nacional. El texto del acuerdo del Presidente Alvarado con Rodolfo Piza será el programa estratégico del nuevo gobierno.

Se puede concluir, sin temor a equivocarse, que el meollo de la gestión del gobierno de Alvarado y Piza será el neoliberalismo, es decir, el capitalismo salvaje.

¿Se trata en verdad de un gobierno con representación de todos los sectores que conforman la sociedad costarricense?

Obviamente, la respuesta es negativa. La partidocracia, en las condiciones de nuestro país, está muy lejos de ser la representación real de todo el pueblo. Si no lo es,  según las formalidades jurídicas, mucho menos lo será desde el punto de vista de las realidades sociales.

Para apegarnos a la verdad debemos  señalar que se trata de la unidad de la oligarquía, es decir, de la clase dominante y de sus mentores, los imperialistas norteamericanos.

Esa fue la esencia política del Gobierno del señor Luis Guillermo Solís Rivera, también del “Partido Acción Ciudadana”. Racionalmente no se puede esperar que el señor Alvarado transite por otros caminos, esperemos más de lo mismo.  Posiblemente cambiarán los métodos y la retórica, pero no habrá cambios sustanciales en favor del pueblo, porque la clase social dominante y la dependencia de  la política imperialista no lo permitirán.

El país está en riesgo, casi inminente, de caer en el foso de una crisis fiscal que, por la simple  lógica de las cosas, se convertirá en una brutal crisis económica. La crisis fiscal tiene diversos generadores, el principal es una pésima administración, eso por un lado y por otro, la corrupción de los que evaden, eluden el pago de impuestos y los promotores  del contrabando. Son los ricos los que dejan de contribuir al fisco y son sus representantes los que administran ineficientemente y, con evidentes signos de corrupción, la hacienda pública. No obstante la política oficial es lanzar la carga de la crisis sobre los hombros de los trabajadores asalariados y sobre los campesinos más pobres.

A lo largo de la campaña electoral no se hizo mención de los problemas de los obreros y de los empleados, una buena parte de los cuales reciben salarios inferiores al fijado por ley. La desocupación crece y esto se hace evidente en más de un millón de personas  que desarrollan su actividad económica  por cuenta propia o en la informalidad.

La pobreza rural empuja a muchas familias a emigrar a las ciudades para seguir viviendo en la miseria, en los barrios de tugurios. Esa población no es marginal, son víctimas de una sociedad  que irrespeta la dignidad humana de los pobres, de los desplazados y de los oprimidos.

Los campesinos son la víctima principal del monopolio gringo del comercio de  artículos de amplio consumo y otros. Hoy se venden productos que podrían ser producidos en el país pero que son importados porque así conviene a los monopolios comerciales que, además, no pagan impuestos.

El nuevo gobierno, estamos seguros, no devolverá sus anteriores funciones al Consejo Nacional de Producción porque lo prohíbe el Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos. Esta institución podría servir para el desarrollo de la economía campesina y abrir la posibilidad de desarrollo de la agroindustria.

No es acaso un crimen social que monopolios extranjeros arruinen a los campesinos, a los pequeños comerciantes y una gama muy amplia de pequeñas empresas. Se acabaron las pulperías que eran economías familiares y desparecieron muchos talleres artesanales, talleres de zapatería, costureras, pequeñas tiendas, etc.  En este país, pequeño  y pobre, se privilegia a los monopolios extranjeros aunque traigan perjuicios a los nacionales. Este precio lo paga toda la sociedad costarricense puesto que mientras los neoliberales tienen sus miradas volcadas hacia a los monopolios, se olvidan de los intereses los trabajadores costarricenses.

Estos problemas,  estamos seguros, no serán remediados por el nuevo gobierno.

Cuando se dice que los salarios de los empleados públicos son el elemento generador de la crisis fiscal se está apelando a una infamia para encubrir a los verdaderos responsables, a los ricos que están por encima de la mayoría del pueblo trabajador.

Cambiará el gobierno la vulgar mentira y dirigirá su mirada hacia los ladrones de impuestos. No lo hará, ya lo anunció el nuevo presidente.

¿El ex ministro de trabajo, ahora presidente, se ocupará por garantizar a los obreros su derecho constitucional de agruparse en sindicatos para defender sus derechos?

A miles de trabajadores en los bananales, en las piñeras y en muchas otras actividades se le niega el derecho a la organización sindical; ahí decir la palabra “sindicato” es igual al despido.  El dominio neoliberal impide que se ponga freno a este atentado contra  lo que debe considerarse la vulneración de un derecho humano fundamental.

Los trabajadores a los que se les impide la organización sindical, quedan sometidos a la condición de esclavos asalariados.

Nada se dijo en la campaña sobre la pérdida de la salud y hasta de la vida de los trabajadores de las grandes plantaciones. Aún está pendiente, resolver una parte demandas de las víctimas del nemagón y ya aparecen nuevas enfermedades provocadas por las condiciones de trabajo. Nos referimos a los múltiples casos de insuficiencia renal que sufren los trabajadores de las plantaciones cañeras en Guanacaste y otros afectados por el uso de pesticidas en pindeco. Esta sí es una vulneración del derecho humano fundamental a la salud y a la vida. Seguramente que se seguirá alcahueteando a los latifundistas y a los monopolios extranjeros. Sobre este tema el presidente Alvarado no ha dicho una palabra.

La vida es dura, durísima, para los explotados. El nuevo gobierno oligárquico no hará nada para al menos paliar su situación. De eso estamos seguros.

A lo largo de la campaña electoral hemos dado nuestras opiniones sobre diversas cuestiones. Aquí apenas señalamos algunas. Pero lo cierto es que la composición del Gabinete Ministerial es una prueba clarísima de cuáles serán los rumbos políticos del nuevo gobierno. Será un gobierno típicamente neoliberal. Hay que abonarles que nunca lo han ocultado y que, al contrario, lo han dicho con meridiana claridad.

El derecho a la organización sindical de todos los trabajadores debe ser punto principal de la lucha por la verdadera democracia.

Nada es más importante que la lucha por la organización popular y por la unidad de todo el pueblo.

Organización y unidad para enfrentar la embestida cruel de los neoliberales contra los trabajadores y contra todos los pobres.

 

PARTIDO VANGUARDIA POPULAR

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