¿Qué hacen las autoridades costarricenses y la Cancillería con los energúmenos extranjeros que vienen a Costa Rica a realizar actos vandálicos?
Redacción Libertad: Esa es la pregunta que muchos costarricenses se hacen.
Un grupúsculo de venezolanos radicados en nuestro país, a donde se les abre las puertas para que vengan a trabajar, a hacer su vida, y en donde se les permite instalar sus negocios o trabajar, resulta que son “guarimberos” que en su tiempo libre realizan actos vandálicos e incitan al odio, como parece haber sucedido el domingo anterior.
Incluso otros venezolanos que sí vienen a ganarse la vida honradamente, han manifestados en las mismas redes sociales que están en contra de la actitud de ese grupo.
El domingo 28 de enero, frente a la embajada de la República Bolivariana de Venezuela en nuestro país, ese grupúsculo de energúmenos, no solo protestaron, sino que además pegaron panfletos llenos de odio y lanzaron piedras; hoy en las redes sociales sus mensajes no solo se intensifican sino que además conllevan amenazas que deberían de alertar a las autoridades y a la cancillería.
El llamado al odio y hasta amenazar con bombas y muerte a funcionarios de la embajada de Venezuela nos debe hacer pensar en qué tipo de personas se está dejando entrar al país. Los que vienen a trabajar y ganarse la vida honestamente deben tener las puertas abiertas, los que vienen a amenazar con delitos y muerte, no.
Como ciudadanos costarricenses, hacemos un llamado al gobierno de Luis Guillermo Solís Rivera, a las autoridades policiales y de seguridad, para que esta situación sea investigada y que estos sujetos sean deportados de comprobarse sus delitos.
Igualmente hacemos un llamado a las autoridades del Tribunal Supremo de Elecciones a exigir que reconocidos y cuestionados personajes venezolanos no intervengan en el proceso electoral nacional que corresponde únicamente a los y las costarricenses, es un DELITO que viola las leyes nacionales y la misma Constitución Política. Exigimos su intervención inmediata contra esta manipulación descarada en el proceso electoral costarricense que cuenta con el evidente auspicio de los cuestionados partidos políticos tradicionales.