Apuntes sobre la lucha revolucionaria
Por: Humberto Vargas Carbonell
El compañero Lenin Chacón Vargas, mi amigo y camarada, introdujo en FB la frase siguiente: “Como dice Álvaro García Linera (Vicepresidente del República Plurinacional de Bolivia), “Ser comunista en el presente es un compromiso dramático con la Historia: defender, aprender y divulgar esta Historia gloriosa y heroica. Es un compromiso con la lucha en el presente. Luchar por la justicia, por el progreso social y democracia. Compromiso con el porvenir que se forja hoy hacia un mundo mejor, un mundo socialista. Nuestra gran utopía. Hacerla terrenal es el gran reto.
Estas ideas han dado lugar a una apreciable cantidad de comentarios, a los que, humildemente, quiero agregar el mío.
En primer lugar debo decir que me niego a discutir sobre el llamado stalinismo, puesto que es una simple bandera de anticomunismo visceral, que nació en las entrañas del imperialismo y que continúa formando parte de las herramientas fundamentales de su monopolio mediático. Por supuesto que no creo que la actividad de Stalin, mientras fue Secretario General PCUS y cabeza del gobierno soviético, fuera perfecta y que, precisamente por eso debe estar sometida al análisis crítico, al igual que todas las actividades políticas. En conjunto toda la historia debe ser sometida a crítica, es decir, al examen inmediato de los acontecimientos y a la valoración de los hechos pasados. Es la premisa indispensable para elaborar los planes tácticos y estratégicos de la lucha, para planificar la acción cotidiana y formular una concepción planificada de la actividad económica y en general de la organización social futura.
La comprensión de la ciencia del marxismo-leninismo, organización y unidad popular es la esencia de un Partido Comunista
No aceptamos que la gran victoria sobre el fascismo, la transformación agraria, la industrialización de la URSS, la resistencia ante las permanentes acciones de los enemigos internos y extranjeros, se hayan logrado sin conducción política. Esa gran obra de los pueblos soviéticos fue el resultado de la conducción política del Partido Comunista, entonces encabezado por Stalin y de la valentía y abnegación de los trabajadores de ese inmenso país.
En toda sociedad, en todos los momentos de la historia, desde la aparición de las clases sociales se inició un proceso de enfrentamiento de los intereses de esas clases, de lucha de los explotadores y de los explotados. Marx y Engels encabezaron el Manifiesto Comunista precisamente señalando la importancia teórica y práctica de la concepción de la lucha de clases.
Estas son las primeras líneas de esa obra fundamental:
“Toda la historia de la sociedad humana, hasta la actualidad, es una historia de luchas de clases.
Libres y esclavos, patricios y plebeyos, barones y siervos de la gleba, maestros y oficiales; en una palabra, opresores y oprimidos, frente a frente siempre, empeñados en una lucha ininterrumpida, velada unas veces, y otras franca y abierta, en una lucha que conduce en cada etapa a la transformación revolucionaria de todo el régimen social o al exterminio de ambas clases beligerantes”.
No es casualidad que los políticos y los ideólogos burgueses hagan un enorme esfuerzo por borrar este concepto en su labor diaria. Ese es uno de los ejes fundamentales de la lucha ideológica de las burguesías criolla y del imperialismo.
Ellos no pueden negar lo visible a todos, que hay ricos y pobres, pero si pueden manipular la imagen de la realidad. Aceptan que hay ricos y pobres, pero ocultan la realidad social, que esa diferencia es lo superficial y que lo esencial es que la sociedad está dividida entre explotadores y explotados.
La negación de esta realidad está presente en la esencia de los planteamientos políticos de los oportunistas quienes adoptan muchos rostros, pero que en esencia son un ejército de la burguesía explotadora.
El oportunismo, que es la búsqueda de alianzas estratégicas con los explotadores, se basa en la negación de la lucha de clases, es decir, de la explotación de los trabajadores.
El camino que traemos, que es más bien un atajo, nos conduce a la discusión a la cuestión de la dictadura del proletariado o la clase hegemónica.
La clase explotadora es siempre la clase hegemónica. Su posición básica en el modo de producción se expresa en la superestructura como clase dominante en lo político, lo económica, lo social y lo cultural.
Alguien preguntará: –¿Existe en Costa Rica una clase dominante? Por supuesto es una burguesía, cuya cúpula lo domina todo y ese todo lo defiende con represión ante cualquier alternativa que ponga en peligro sus privilegios o siquiera trate de disminuirlos.
La Constitución Política consagra la dominación burguesa sobre el resto de la sociedad, es el instrumento jurídico que garantiza del poder hegemónico. En todos los países con esa estructura jurídica ocurre lo mismo.
Más adelante diré unas pocas palabras sobre el sometimiento de esa burguesía a los intereses del imperialismo, que a su vez también es un poder hegemónico pero a nivel internacional y con intenciones de lograr un dominio mundial.
En Costa Rica a los trabajadores y en general a todos los explotados y pobres se les niegan los derechos, pueden contar solamente con aquellos aceptables para los poderes fácticos. Los poderes fácticos son más poderosos que los legalmente elegidos.
Podría ampliar estas notas pero ahora me voy a referir a un único aspecto del poder burgués. Se trata de lo siguiente: los partidos de la burguesía nombran a los diputados de la Asamblea Legislativa, estos nombran a los magistrados del Poder Judicial y estos designan a los del Tribunal Supremos de Elecciones. El Presidente es elegido por los mismos partidos y este elige a los ministros y a las directivas de las instituciones autónomas. Así se cierra el círculo del poder burgués. Es un círculo sin puertas, mandan los que están adentro.
Algunos consideran que el ágora griega es el origen de la democracia, pero también ahí fue un poder clasista: participaban solamente los nacidos en Atenas, con propiedades y no se permitía el ingreso de las mujeres. Podemos decir que la “democracia” nació mutilada y después de muchos siglos se mantiene mutilada.
La verdadera democracia se asienta en la igualdad total y perfecta, o es una democracia de clase.
En el periodo de transición del capitalismo al socialismo también la democracia es una democracia de clase, pero los trabajadores son mayoría. Es un tránsito a la democracia total y verdadera.
Se equivocan los que creen que el socialismo es un acto instantáneo, puesto que se trata de un proceso largo, complejo y casi siempre penoso. Es la construcción de una sociedad para el pueblo cuya elemento fundamental es la hegemonía de la clase obrera, de todos los trabajadores, de los campesinos pobres y del resto de los oprimidos.
El imperialismo y las burguesías luchan con todos los medios, incluyendo la intervención militar, para evitar los avances de este proceso. Los ejemplos más cercanos, el bloqueo a Cuba, el golpe de Estado contra el Presidente Allende, la multifacética conspiración contra la Revolución Bolivariana. Estos son ejemplos sobresalientes de una conspiración imperialista global contra todos los movimientos progresistas o revolucionarios.
Paso a otro tema.
Los Partidos Comunistas no son perfectos, tienen debilidades y a menudo engendran a traidores que, como los alacranes, no dan la cara pues envenenan con la cola. Las debilidades son de muchos tipos, pero siempre son más sus fortalezas. Así lo demuestra la historia.
La primera condición ética es ser buenos y generosos. Utilizar el amor para estar junto el pueblo sencillo y explotado. Los vanidosos y prepotentes estorban en un partido comunista, entre ellos se incuban los traidores.
Para ser comunista es necesario aceptar la teoría marxistas-leninista. No se trata de ser un teórico, se trata de vivir y actuar conforme a esos principios, que son la más profunda y acabada ciencia social.
Para explicarlo les digo que a lo largo de mi vida he conocido a extraordinarios revolucionarios comunistas analfabetos y a otros que, con la memoria llena de conceptos, no aportan nada en la lucha revolucionaria.
Una vez más, en estos casos, se demuestra que el esquematismo metafísico siempre nos aleja de la verdad y, obviamente, conduce a cometer graves errores.
Para ser revolucionario no es imprescindible ser militante comunista, pero sí es absolutamente necesario luchar organizadamente y esforzarse por organizar al verdadero y único protagonista de los procesos revolucionarios, las masas populares. El anticomunismo y la condición de revolucionario son absolutamente incompatibles.
La vida de los partidos comunistas es muy compleja puesto que los poderes burgueses-imperialistas los consideran, con justa razón, sus principales enemigos.
Los comunistas y los revolucionarios auténticos son el principal objetivo del imperio. Esta verdad está todos los días ante nuestros ojos. Y en esa razón, todos los ataques del oportunismo, aunque se tiñan con tintura seudorevolucionaria, reciben apoyo de las oligarquías y del imperio. Es lo que enseña la experiencia histórica. A los ideólogos burgueses nos le importa que sean flor de un día. Siempre dejan una estela negativa.
El marxismo-leninismo es una ciencia profunda y sistemática. No es una “ciencia-recetario” Entrega los instrumentos teóricos para el análisis científico, pero no da recetas. Las ciencias recetario no son ciencia, son mandatos temporales y socialmente estériles. Un ejemplo: la economía neoliberal es un recetario que, además, se impone por la fuerza a los países dependientes. En esto se ha convertido la economía burguesa que terminó siendo convertida en el arte de hacer más ricos a los ricos. Ahí se acaban.
Los ideólogos burgueses presentan una versión tergiversada del marxismo-leninismo y la han difundido en círculos “intelectuales” que a su vez la utilizan para hacer anticomunismo. Estas versiones no se corresponden ni con la teoría, ni con los programas ni con la práctica de los comunistas. Estas ideas le sirven por igual a la derecha y a los oportunistas. La prensa burguesa, como era de esperar, se abre a los falsificadores y se cierra para los marxistas-leninistas.
La lucha en el orden teórico es muy intensa, es uno de los capítulos fundamentales de la lucha ideológica del imperialismo. Abordar estos y muchas otras cuestiones no es un esfuerzo secundario. Lenin enseñó que sin teoría revolucionaria no hay movimiento revolucionario y, quisiera agregar, también siguiendo el pensamiento leninista que no hay lucha revolucionaria sin organización revolucionaria.
En los comentarios a que hice referencia arriba también dieron sus opiniones otros compañeros que expresan el pensamiento comunista y marxista-leninista.
Espero referirme muy pronto a otras cuestiones derivadas de los comentarios a que hice referencia arriba.