Stalin y la Revolución: De la lucha contra el Zar a Octubre

Por Raúl Marco | Unidad y Lucha
«Los líderes vienen y van, pero el pueblo permanece. Sólo el pueblo es inmortal, todo lo demás es efímero» (Stalin).
«Es la historia de tres revoluciones: la revolución democrático-burguesa de 1905, la revolución democrático burguesa de 1917 y la revolución socialista de 1917.
La historia del P.C.(b) de la URSS es la historia del derrocamiento del zarismo, del derrocamiento del Poder de los terratenientes y capitalistas, la historia del aplastamiento de la intervención armada extranjera durante la guerra civil, la historia de la edificación del Estado Soviético y de la sociedad socialista de la URSS.» [1]
Quizá no se haya dado en el mundo una lucha tan heroica, tan continuada, tan emocionante, como la revolución rusa, de sus pueblos y nacionalidades.
A estas revoluciones, hay que añadir la lucha y participación decisiva de la URSS en la II Guerra Mundial. Lucha épica, sin parangón, y en la que la Alemania hitleriana fue derrotada decisivamente por el ejército soviético.
No fueron los yanquis los que dieron los golpes definitivos a los nazis, fue en las batallas de Stalingrado y de Kursk, en las que las divisiones alemanas y sus poderosos tanques fueron derrotados por el heroísmo, y la capacidad de resistencia, de sacrifico y la combatividad de los soviéticos. Vale la pena recordar los intentos de británicos y estadounidenses, para lanzar a Alemania contra La URSS y la negativa a abrir el tercer frente que reclamaba la URSS. Los «aliados» preferían el enfrentamiento abierto Alemania-URSS. Los soviéticos, conscientes de la situación, tenían que ganar tiempo para prepararse, y de ahí el denostado pacto de la URSS con Alemania.
Mucho se ha escrito sobre esto, y pese a que la historia de los hechos avala la oportunidad para la URSS de ese pacto, para preparase para la guerra, trasladar fábricas enteras donde los nazis no podían llegar, preparar las defensas y los cuerpos de guerrilleros, etc. los cavernícolas anticomunistas, oportunistas de todo tipo, trotskistas, etc., siguen utilizando el pacto germano-soviético para atacar a los comunistas.
Mas, ¡oh casualidad!, en casi todas las obras se señala el papel dirigente de Lenin, de Zinoviev, Kamenev, Zikov, Trotski, en las revoluciones de 1905 y 1917 y se oculta o minimiza el importante, a veces decisivo, papel de Stalin. Pero, para acusarle de todos los males habidos y por haber, los «historietadores» han escrito toneladas de artículos y libros.
Y, sin embargo, Josif Visariónovich, Stalin, ocupó desde el principio puestos dirigentes de. responsabilidad en las tres revoluciones. Conviene señalar que Stalin, ya en su época de estudiante, participó activamente en las luchas y reivindicaciones que se daban.
Nació en Gori (Georgia) el 21 de diciembre de 1879. De la escuela de su pueblo, con quince años (en 1894), entró en el seminario de Tiflis, capital de Georgia., que era simplemente una colonia del vasto imperio zarista, que con Armenia y Azerbaiyán formaban La Transcaucasia. Al igual que todas las colonias, sufrían la opresión, en todos los terrenos, (empezando por la represión lingüística) del imperio dominante, lo cual llevó en aquellos años, a revueltas, manifestaciones, sublevaciones, que terminaron, casi siempre, en un baño de sangre. Eran muchos los pueblos que mal que bien convivían: georgianos, armenios, kurdos, turcos y otros.
En aquellos años (1870-1880), ejercía una gran influencia el movimiento populista, con elementos de la burguesía, que preconizaban una revolución cuyo elemento principal y motor sería el campesinado (al proletariado, todavía minoritario lo ignoraban completamente) Plejanov encabezó certeramente la denuncia y lucha contra el populismo, preconizando que para una eventual revolución había que tener en cuenta el papel del proletariado, por consiguiente había que formar un partido de la clase obrera.
«Era precisamente en el proletariado y su desarrollo donde los revolucionarios debían cifrar sus principales esperanzas. Porque el proletariado, a pesar de representar, por aquel entonces, una fuerza numéricamente pequeña, es la clase de los trabajadores que se halla vinculada a la forma más progresiva de la economía, a la gran producción…» (Historia del P.C. Bolchevique de la URSS).
El marxismo introducido en Rusia por Plejanov, fue abrazado por Visariónovich, que dedicó sus fuerzas a difundirlo. Mas en el seminario no tardaron en descubrirle y fue expulsado. Entonces Stalin fue a militar con los obreros, con los ferroviarios de la región. Pronto tiene que pasar a la clandestinidad y utilizar nombres de «guerra»: David, Koba, y otros, hasta que adoptó finalmente el de Stalin.
«Según sus compañeros de entonces, en él hay una cualidad primordial: su lenguaje sencillo, directo, comprensible para todos, y con mayor razón por los obreros. En su boca el marxismo, ese socialismo científico aparece límpido, derrocha razón, esboza ya el futuro…
Al contrario de otros que se esfuerzan para hacerse entender y comprender, en él todo es natural, no es el intelectual que habla al pueblo, es el pueblo que se habla a sí mismo.
(…) En aquellos primeros años, la organización de la lucha de los trabajadores es su razón de vivir, por encima de cualquier otra preocupación. (…) Obligado constantemente a esconderse, pasando hambre a menudo, (Stalin) es puro dinamismo y alegría. Su influencia entre sus camaradas no cesa de aumentar…» [2].
Stalin, dedicado en cuerpo y alma a la difusión del marxismo, a la lucha revolucionaria huelguística a la constitución organizativa de los revolucionarios (por entonces dirigía dos círculos militantes), participa directamente en la gran manifestación del primero de mayo que tiene lugar en Tiflis en 1901.
En aquellos momentos, llega clandestinamente a la organización el primer número de Iskra (La Chispa, elaborado en el extranjero y llevado clandestinamente a Rusia) el periódico concebido por Lenin y editado con el apoyo de Plejánov y Axelrod, que dirigían el grupo «Emancipación del Trabajo». Ese periódico desempeñó un papel fundamental para la difusión de las posiciones de Lenin. Como el Poeta Pushkin clamó: «de la Chispa, nacerá la llama»
Pese a las múltiples precauciones tomadas por Stalin, lo que le había librado varias veces ser detenido por la policía, en Batum fue hecho preso y deportado a Siberia. El joven Stalin no estuvo allá mucho tiempo. Consiguió fugarse y llegar, tras múltiples peripecias, a Batum, donde se incorporó de nuevo a la lucha.
Más tarde, el bolchevique Ordzhonikidze escribió:
«De 1904 a 1905, Koba [uno de los nombres de guerra de Stalin] era para los mencheviques el hombre más odiado… se convirtió en el dirigente reconocido»
Y como tal, continuó la lucha, ganando un prestigio que nunca perdió, pese a los múltiples ataques sufridos. En diciembre de 1905, se convocó una conferencia en Tammerfors (Finlandia), a la que Stalin acudió como delegado. Allí Stalin conoció a Lenin, y allí empezó a forjarse una camaradería basada en el marxismo (se podría decir “y el leninismo”). Según comentarios de Stalin sobre su encuentro con Lenin, éste «no es solamente el dirigente indiscutible de los bolcheviques, sino el más gran revolucionario de todos los tiempos, el verdadero «águila de las montañas».
La guerra ruso-japonesa, en la que Japón derrotó a la flota y el ejército zarista (1904), provocó un amplio movimiento en Rusia contra la guerra y de rechazo contra el zar. Y allí se manifestaron claramente las diferencias entre los leninistas o bolcheviques y los mencheviques. Estos, los mencheviques, entre los que estaba Trotski,
«descendieron a las posiciones del “defensismo”, es decir, abrazaron la defensa de la “patria” del zar, de los terratenientes y de los capitalistas.
En cambio, los bolcheviques, con Lenin a la cabeza, entendían que la derrota del gobierno zarista en aquella guerra de rapiña sería beneficiosa, pues conduciría al quebrantamiento del zarismo y al fortalecimiento de la revolución.
[…] El zar había querido estrangular la revolución con la guerra. Pero consiguió lo contrario…» [3].
Efectivamente, con motivo de la guerra, en toda Rusia hubo un formidable movimiento, en el que Stalin jugó un destacado papel.
En diciembre de ese año, 1904, el Comité bolchevique organizó y dirigió una gran huelga en Bakú.
Aquella huelga, como señaló Stalin, «…fue la señal para la gloriosa acción de enero y febrero en toda Rusia». El año 1905 está marcado por grandes huelgas y, sobre todo, enfrentamientos contra la policía y las fuerzas represivas zaristas, como el «domingo sangriento» del 9 de enero, en la que una manifestación de 140.000 obreros mujeres y niños, fueron tiroteados y masacrados por la infantería zarista. Aquella manifestación contra la opinión de los bolcheviques que detectaron la maniobra provocadora del cura Gapón, puso ante las masas la verdadera naturaleza del zarismo, y sus lacayos. Fue en realidad el inicio, los primeros pasos de la lucha política de los obreros, de un movimiento revolucionario Y también empezó a marcar la diferencia entre bolcheviques y mencheviques.
«En aquel entonces, el camarada Stalin desplegaba una formidable labor revolucionaria en Transcaucasia. Desenmascaraba a los mencheviques como, enemigos de la revolución y de la insurrección armada (…) En un mitin celebrado en Tiflis (…) Stalin dijo a los obreros:
“¿Qué necesitamos para conseguir un verdadero triunfo? Para esto necesitamos tres cosas: lo, primero que necesitamos es armamento, lo segundo armamento y lo tercero, una y otra vez, armamento”» [4].
La represión fue terrible en los tres años que duró la revolución (1905-1907). Stalin en esos momentos, desempeñó una actividad tremenda, participó activamente en las batallas ideológicas que se planteaban, siempre en defensa del marxismo y de las posiciones de Lenin. Su prestigio crecía de día en día. En tanto que leninista convencido se ganó el aprecio y admiración de sus camaradas, y también el odio y rencor de gente que posteriormente quedarían al descubierto.
La lucha entre bolcheviques y mencheviques se agudizaba, sobre temas importantes como era la participación o no en el parlamento (la Duma), la cuestión del trabajo, legal e ilegal del Partido. La represión había golpeado duramente y en algunos lugares surgió el desánimo. ese desánimo, estimulado por los mencheviques, se manifestó en el congreso de Estocolmo (abril de 1906), donde los bolcheviques no pudieron llevar representantes de todas sus organizaciones, debilitadas por la represión.
Stalin, una vez más, demostró su fidelidad al marxismo y a Lenin. Destacó en sus intervenciones. Pero en ese congreso los bolcheviques estaban numéricamente en minoría. El Comité Central elegido en ese congreso, estaba compuesto por seis mencheviques y tres bolcheviques.
En el V Congreso (Londres, 1907), los bolcheviques consiguieron el triunfo sobre otras tendencias, particularmente la de los mencheviques. Al regreso del Congreso, Stalin se incorporó de nuevo a Bakú y tomó la dirección de El proletario de Bakú, organización que jugó un importante papel en la lucha ideológica planteada: de nuevo, los mencheviques preconizaban liquidar totalmente el trabajo clandestino.
Stalin fustigó a los «legalistas» que negaban toda acción clandestina. Las detenciones que sufrió, le impidieron profundizar en ese trabajo. Stalin era uno de los revolucionarios más buscados por la policía. No se puede saber exactamente cuántas veces fue detenido, cuántos meses pasó en las cárceles Nada doblegó su espíritu de militante revolucionario.
Mas veamos algunos datos que por sí solos dejan ver cuál era el temple de Josif Visariónovich: Detenido en 1907, se fugó en 1908 de Campos de Siberia; detenido de nuevo en 1910, se fugó en 1911, también de Siberia, se instala en San Petersburgo, donde desarrolla un trabajo incansable: Detenido de nuevo, no tarda en fugarse y vuelve a San Petersburgo. Las peripecias mencionadas, imposibilitan su asistencia a la conferencia del Partido celebrada en Praga, en 1912, pero Stalin ya era un dirigente reconocido hasta por sus enemigos que trataron varias veces de eliminarlo políticamente, y fue elegido para el Comité Central. Stalin participó en la creación del, periódico Pravda (La Verdad), que sirvió para impulsar la lucha contra los oportunistas. Asiste a la conferencia celebrada en Cracovia a finales de 1912, donde se lleva a cabo la ruptura con los mencheviques.
Marzo de 1913: Stalin es de nuevo detenido. Además de su trabajo de organizador, de propagandista, encuentra el tiempo para escribir sobre la ideología, etc. Ese mismo año, Lenin dirigió una carta al periódico «Social-Demócrata»:
Hemos recibido (sufrido) varios golpes y detenciones: Koba ha sido detenido, pero ha tenido el tiempo de escribir un gran artículo para tres números, sobre el problema nacional. Está muy bien, tenemos que luchar por la verdad, contra los separatistas y los oportunistas del Bund [el Parlamento] y los liquidadores.
Se trata del famoso trabajo El marxismo y la cuestión nacional, que aborda con lucidez y plantea la problemática nacionalista. Es un trabajo que ha servido a todos los partidos del mundo, donde se da el problema nacional, para abordar ideológicamente ese problema. Basta con señalar que ese trabajo de Stalin sirvió de base para la primera constitución (1922) de la URSS. Molotov afirma, años después:
«Stalin no era solamente un excelente difusor de Lenin; él introdujo elementos nuevos en la teoría. Antes de la revolución, Lenin le había felicitado por su trabajo sobre las nacionalidades y le había calificado de «maravilloso georgiano». Yo leí por entonces ese libro de Stalin: una obra extraordinaria, que ha contribuido de manera excepcional a clarificar la teoría marxista sobre las nacionalidades, de una importancia colosal».
Stalin continúa su actividad y colabora con Pravda. Molotov afirma: «Stalin posee un estilo excepcional de propagandista, un lenguaje clásico, preciso, conciso, claro. Sabe cómo llegar a vuestro cerebro.» [5]
El 18 de junio de 1917, el partido bolchevique convocó una manifestación. Stalin, en el periódico Pravda, proclama: «Nuestra misión consiste en conseguir que la manifestación del 18 de junio en Petrogrado desfile bajo nuestras consignas revolucionarias.» Y así fue: aquella manifestación, con 400.000 manifestantes, fue una rotunda prueba de la influencia decisiva de los bolcheviques, y un fracaso de los mencheviques con sus consignas colaboracionistas con el gobierno y a favor de la continuación de la guerra imperialista. Frente a esas consignas claudicantes y oportunistas, se impusieron las que estaban en las pancartas bolcheviques: «¡Abajo la guerra!, ¡Abajo los viles ministros capitalistas! ¡Todo el Poder a los Sóviets!»
Apenas un mes después, el 16 de julio, se multiplicaron las manifestaciones espontáneas en Petrogrado, que desembocaron en una manifestación general con armas.
«El Partido bolchevique es en aquel momento contrario a la acción armada, por entender que la crisis revolucionaria no estaba aún madura. […] Pero cuando se vio que era imposible contener a las masas (…) el Partido acordó tomar parte en ella… El Partido bolchevique logró lo que se proponía y cientos de miles de manifestantes marcharon hacia el Sóviet de Petrogrado y hacia el Comité Ejecutivo Central de los Soviets, donde exigieron que estos se hicieran con el Poder, rompiesen con la burguesía imperialista y emprendiesen una política activa de paz.
En julio se celebró el VI Congreso, Lenin y otros dirigentes, no pudieron asistir, debido a la persecución policíaca. Si pudo asistir Stalin, con Molotov, Sverdlov y Ordzhonikidse. El informe fue presentado al Congreso por Stalin. En ese informe, Stalin desmontó una a una las posiciones de los mencheviques y las de Trotsky, que aún permanecía en las filas bolcheviques, pero con sus propias posiciones oportunistas.
En el informe, Stalin planteó cuestiones como las siguientes: control obrero sobre la producción y su distribución; entregar la tierra a los campesinos, arrancar el poder a la burguesía y dárselo a los obreros y campesinos pobres. Él insistía en que para lograr todo eso era necesario que el Partido preparase la insurrección armada.
Contra las posiciones de los trotskistas, que afirmaban “que sólo se podría encaminar el país por la senda socialista si estallaba la revolución proletaria en Europa Occidental”, Stalin afirmó:
«No se puede excluir la posibilidad de que Rusia sea justamente el país que trace la vía al socialismo. Hay que rechazar la idea caduca de que sólo Europa puede mostrarnos el camino. Hay un marxismo dogmático y un marxismo creador. Yo estoy con este último.»
El Informe de Stalin, que contenía las tesis de Lenin (las célebres “Tesis de abril”), fue aprobado. Fueron derrotadas las posiciones de Bujarin (filotrotskistas) y otros mencheviques.
Ante las posiciones claudicantes, pacifistas, etc., Stalin afirmó:
«El período pacífico de la revolución ha terminado; ha comenzado el período no pacífico de la revolución, un período de choques y explosiones.»
A partir de ese momento, se intensificó la represión contra los bolcheviques, por el gobierno provisional de la burguesía. Los mencheviques, con su política oportunista, eran impotentes y estaban anulados. Seguían insistiendo en el. paso pacífico cuando la revolución estaba ya en la calle, en marcha para «tomar el cielo por asalto».
* * *
En octubre, Lenin, que ya había regresado de Finlandia, convocó el Comité Central, donde se toma la decisión de organizar la insurrección. Zinoviev y Kamenev, se oponían con el argumento de que la clase obrera no estaba preparada para tomar el poder.
El 16 de octubre, en una reunión del Comité Central, ampliado con varios militantes que desempeñaban distintas tareas de responsabilidad se crea un organismo para dirigir la insurrección. Stalin es elegido responsable de dicho organismo. En el segundo congreso de los Soviets, el 25 de octubre, aunque continuaban los combates en la calle, a las 10:45 el Congreso confirma la victoria de la insurrección y proclama que el poder pertenece a los Soviets.
Algunos «historiadores» e intelectuales, o algo así, destacan a Trotsky como el elemento principal en la insurrección de octubre. Cierto es que Trotsky intervino activamente, pero es más cierto que Lenin fue el principal dirigente, el alma de la insurrección, secundado por Stalin. Ambos tuvieron que rebatir y combatir las posiciones de Trotsky y sus seguidores, como por ejemplo sobre la firma de la paz de Brest-Litovsk, y sus planes militares fueron varias veces combatidos por Stalin, apoyado por Lenin. Fueron Lenin, y Stalin siempre de acuerdo con él, los principales dirigentes en aquellas jornadas. En cuanto a Trotsky, recogemos este párrafo de Lenin: «Trotsky, como siempre, está en total desacuerdo con los socialchovinistas, en principio, pero está de acuerdo con ellos en todas las cuestiones prácticas.» [6]
Y en febrero de 1917, un mes antes del hundimiento del zarismo, Lenin insistía: «El nombre de Trotsky significa: fraseología de izquierda y un bloque con la derecha contra los fines de la izquierda.»
Es significativo que Lenin calificara a Trotsky de «judas de la revolución rusa»…
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Esos «diez días que estremecieron al mundo» (John Reed) pudieron triunfar, entre otros motivos, por la lucha implacable contra los oportunistas y liquidadores.
Así lo señala la Historia del PCUS:
«Podría pensarse que los bolcheviques han consagrado demasiado tiempo a luchar contra los elementos oportunistas dentro del Partido (…) No es posible tolerar en el seno del Partido el oportunismo… El Partido es el destacamento dirigente de la clase obrera, aunque haya dentro gentes sin fe, oportunistas, capituladores y traidores. Luchar a vida o muerte contra la burguesía teniendo dentro del propio Estado Mayor, dentro de la propia fortaleza, a capituladores y traidores es caer en la situación de quien se ve tiroteado desde el frente y desde la retaguardia»
«Si nuestro Partido, afirma Stalin en Cuestiones del leninismo, ha conseguido forjar dentro de sus filas una unidad interior y una cohesión nunca vistas, se debe, ante todo, al hecho de que supo limpiarse a tiempo, de la escoria del oportunismo, arrojar del Partido a los liquidadores y mencheviques. Para desarrollar y fortalecer los partidos proletarios, hay que depurar sus filas de oportunistas y reformistas, de sociales imperialistas y socialchovinistas, sociales patriotas y sociales pacifistas. El Partido se fortalece depurándose de los elementos oportunistas»
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En unas cuantas páginas es imposible, lógicamente, escribir todo lo que fue, lo que hizo, la historia de ese gran hombre, verdadero titán revolucionario. A su muerte, el 6 de marzo de 1953, la radio soviética emitió este mensaje del Partido:
«A todos los miembros del Partido. A todos los trabajadores de la Unión Soviética, el corazón de Joseph Visariónovich Stalin, compañero de armas de Lenin y genial continuador de su obra, guía sagaz y educador del Partido Comunista y del pueblo soviético, ha cesado de latir.»
Años después vino el golpe de Jruschov. La historia ya se conoce. La destrucción de la URSS en tanto que país socialista, e implantación del capitalismo. Y todo ello acompañado de una feroz campaña contra Stalin, a nivel mundial…
Nuestro camarada Carlos Hermida aborda esta cuestión en el prólogo a la Biografía política de Stalin, editada por el PCE (m-l):
Stalin no necesita hagiografías absurdas ni alabanzas desmesuradas. Se trata de algo tan sencillo como hacer historia de forma rigurosa y científica. Sin negar los errores, su política de planificación económica convirtió a la URSS en diez años en una gran potencia industrial y puso la, base científica y técnica que permitió a la Unión Soviética vencer a la Alemania nazi en la Segunda Guerra Mundial.(…) Las patrañas urdidas en su momento por Robert Conquest, difundidas con el generoso apoyo económico de la CIA por fundaciones pretendidamente culturales, y repetidas en nuestro país por cuentistas como César Vidal, Pío Moa y Ricardo de la Cierva, sin olvidar a catedráticos con pedigrí académico, no, sólo pretenden difamar la figura de Stalin. Detrás de esta demonización hay un objetivo más ambicioso: la criminalización del comunismo.
Hoy se emplea habitualmente el término estalinista como un insulto, pero conviene no olvidar que esos estalinistas tan denostados se enfrentaron al fascismo en los años treinta, defendieron Madrid ante las tropas de Franco, lucharon en la resistencia contra la ocupación nazi, vencieron en Stalingrado y llegaron a Berlín en 1945.
Acabamos este artículo recordando unas palabras de Stalin, que, desgraciadamente, los hechos posteriores corroboran. En el XVII Congreso del Partido señaló:
«una de las tareas políticas fundamentales consiste en vencer las supervivencias del capitalismo en la economía y en la conciencia de los hombres» .
¿Puede decirse que hayamos vencido la supervivencia del capitalismo en la conciencia de los hombres? «¡No!», respondió categóricamente Stalin, y ello
«no solamente porque el desarrollo de la conciencia de los hombres se retrasa con respecto a su situación económica, sino también porque existe aún el cerco capitalista, que se esfuerza por reavivar y sostener esas supervivencias del capitalismo en la economía y en la conciencia de los hombres de la URSS, y contra el cual nosotros, los bolcheviques, debemos tener siempre la pólvora seca.»
Artículo publicado en el número especial de Unidad y Lucha -órgano de la CIPOML- dedicado a Octubre.