Los Sindicatos y el Futuro del Trabajo

En el momento en que los trabajadores de todo el mundo se preparan para celebrar los 100 años de la primera revolución proletaria, que elevó la gran fortaleza socialista antiimperialista, que ha inspirado e influenciado los pueblos en la conquista de la libertad, la independencia, el progreso, es una gran satisfacción para la CGTB estar en Belarus cuyo pueblo ha realizado prodigios de resistencia y abnegación para derrotar a la mayor amenaza que la Humanidad ha enfrentado, la bestia nazi.
Compañeros, en el momento en que se profundiza la crisis y la decadencia de los países imperialistas, aumenta el asalto a los países periféricos, las privatizaciones y las altas tasas de interés, y crece también su agresión militar por el control de las materias primeras, como lo hicieron en Irak y Libia e intentan, hace seis años, en Siria. Al mismo tiempo que radicalizan su política de ajuste para reducir los salarios, sacar derechos y destruir la seguridad social, se hace más evidente que la dicha «recuperación» posterior a la crisis de 2008, prometida por ellos, no es más que una farsa.
Los bancos y monopolios que se benefician de la crisis provocada por ellos mismos, quieren mantener a todo costo su política de especulación y cartelización de la economía. Corrompen gobernantes para obtener ventajas, comprar empresas y eliminar la competencia para imponer sus precios de monopolio (sobreprecio). Como no dependen del consumo de la totalidad de la población, no tienen interés en preservar los salarios y mantener su poder adquisitivo.
No tienen como objetivo crear puestos de trabajo y desarrollar tecnologías para aumentar la productividad, el desarrollo del mercado interno y mejorar las condiciones de vida. Por el contrario, quieren conseguir más y más beneficios mediante la reducción de salarios y derechos, y control de todas las commodities aumentando o reduciendo artificialmente los precios de las materias primas cuando les conviene. Con el aumento de la explotación en el centro del imperio, crece también la explotación de los trabajadores norteamericanos, el racismo y la xenofobia.
El desempleo real en los EE.UU., cuando se añade a los trabajadores desesperanzados, alcanza el 23% y su población penal, que supera los 2 millones es la más grande del mundo. La pérdida de puestos de trabajo en la industria está afectando a la propia estructura de producción de los EE.UU. y sus satélites en Europa y Japón. Ciudades típicamente industriales, como Detroit, son ahora una montaña de desechos. Esta parálisis terminó derrotando la candidata de Wall Street y elegido como presidente un outsider como Trump, que prometió empleos y el retorno de la producción, cosa que es imposible lograr mientras el Estado y sus decisiones estén controladas por el complejo industrial-militar, Wall Street y las petroleras.
Trump aumentó el presupuesto del Pentágono a US$ 639 mil millones para mantener 200.000 soldados y más de 800 bases militares en todo el mundo y, rompiendo con las promesas de campaña, juega con la posibilidad de una «guerra global». En las últimas semanas se intensificaron las intervenciones militares: atacó una base militar en Siria, explotó la mayor bomba no atómica sobre Afganistán, amenazó a Corea del Norte y la China y reanudó las amenazas a Rusia, país para cuyas fronteras la OTAN, controlada por los EUA, ha estado moviendo tropas y bases, e incluso un sistema de defensa antimisiles.
En Europa los países siguen la cartilla recesiva de la Troika y el orden es reducir salarios, cortar derechos, beneficios, pensiones, jubilaciones y perseguir inmigrantes. La llamada «austeridad» defendida por los neoliberales como manera de crear puestos de trabajo es sinónimo de corte de inversiones productivas, de servicios públicos y de programas sociales. Alemania, el verdugo de Europa, actúa como correa de transmisión de Wall Street sobre los pueblos del continente. Berlín viene presionando hasta la destrucción de las economías, como en Grecia donde el gobierno socialdemócrata ha traicionado el referéndum y se sometió a las exigencias de la troika.
En contra el desempleo y la política de destrucción, el movimiento sindical y otras organizaciones populares se levantan en toda Europa en masivas manifestaciones para detener la devastación. Los trabajadores franceses se han sublevado contra la Reforma Laboral. No cesa la resistencia de los griegos y prosiguen las movilizaciones y huelgas en Italia, España y Portugal. En Inglaterra, el pueblo votó contra la caída de los salarios y por el Brexit. En América Latina, la situación en Brasil es el mayor ejemplo de destrucción que la sumisión a los monopolios puede provocar.
La depresión causada por las mayores tasas de interés del mundo y la apertura total de la economía, y la entrega de las empresas al capital extranjero alcanzó el 4º año de retracción económica. Sólo en los últimos 2 últimos años, el Producto Interno Bruto, cayó un 7,4%. El PIB per cápita, entre el año de 2014 y 2016, se redujo un 9,1%. El desempleo y el subempleo sumados llegan a 24,3 millones, de los cuales 7,5 millones de empleos formales fueron perdidos en los dos años. Mientras Brasil en el periodo anduvo para atrás, Bolivia, con Evo Morales, avanza, paso a paso, pero de manera constante y consistente, superando la condición de país más pobre del continente sudamericano. Ha crecido todos los años desde 2005 y, mismo con la caída de las commodities, ha seguido creciendo (+4,8% en 2016 y 2015; 5,5% en 2014, 6,8% en 2013). Nacionalizó las empresas de hidrocarburo y otros sectores claves de la economía como electricidad, telecomunicaciones, transporte aéreo y ferroviario. Para 2017, la previsión es más un crecimiento de 4,8%, lo que sitúa al país en la posición de mayor crecimiento de todo el continente. Su presupuesto para inversión pública en 2016 fue de US$ 6.395 mil millones; de los cuales un 47% fue inversión en proyectos productivos, 30% en infraestructura, 20% en el sector social y el 3% en el área multisectorial.
El ejemplo de Bolivia es lo que mejor demuestra que – todo país que defiende y planifica su economía con independencia para desarrollar su industria, puede aprovechar la crisis de las grandes corporaciones para fortalecer la presencia del Estado en sectores estratégicos y en la industria de base, desarrollarse y aumentar los salarios y los derechos sociales. Roosevelt también enfrentó la crisis de 1929 con una política opuesta a la de los monopolios. Ha creado un plan y adopto mecanismos para impedir que los bancos siguieran en el comandando la economía, como la Ley de defensa de la competencia, por ejemplo.
Che Guevara en 1961, en su discurso en la Universidad de Uruguay, mostró muy claramente que, para una nación lograr su desarrollo, económico y social, es indispensable que primero sea creada, y se fortalezca, su industria: «Si se empieza a hacer las casas antes de construir las fábricas de cemento, va a haber un momento en que no van existir riquezas para que esas casas puedan siquiera ser habitadas, pues no va haber trabajo para el hombre que la habite, ni habrá ninguna garantía de que la familia de ese hombre, al que se le ha dado una casa, pueda comer todos los días gracias al trabajo de sus miembros». «Lo que tenemos que considerar es que primero está el desarrollo. y toda conquista de tipo social que no se base en un aumento de la producción, tarde o temprano va a fracasar».
El Brasil ya demostró que los momentos de la crisis de los países centrales son los más apropiados para crecer. Fue durante el 1º gobierno de Getulio Vargas en los años 30, que el país más se ha desarrollado. Salió de una economía agroexportadora para construir su industria. Fue con base en esta industrialización que, durante 50 años (1930-1980), el país creció a un promedio anual del 7%. Hoy día, con la sumisión de nuestro gobierno entreguista a la política de los monopolios, el Brasil retrocedió al período anterior a los años 30.
El llamado «ajuste» impuso, en los últimos dos años, una caída real de los salarios de un 12%. En el mismo período, fueron entregados a los bancos, a través de las altísimas tasas de interés, alrededor de US$ 316,7 mil millones. Para transferir más recursos a los especuladores, el gobierno quiere imponer nuevos ajustes, flexibilizar derechos laborales y cortar pensiones. Contra todas esas medidas, agravadas por la corrupción y el desvío de dinero público, los trabajadores van paralizar el país en este día 28 de abril. La amplia adhesión a la huelga y el apoyo de todos los sectores sociales son garantías para su éxito total. Por último, me gustaría decir que estamos convencidos que el único camino para un país desarrollarse es romper la dependencia y apoyarse en la inversión pública. No basarse en la exportación de commodities para crear puestos de trabajo y sacar el pueblo de la miseria.
El camino es el Estado, basado en su mercado interno, promover la industrialización, combatir las prácticas monopólicas y realizar un comercio exterior solidario. La actual crisis de los monopolios abre una posibilidad concreta para el desarrollo industrial independiente y para el fortalecimiento del Estado, de la inversión y la educación públicas. Concluyo subrayando la importancia de la Federación Sindical Mundial que, desde su fundación en 1945, ha tenido un rol destacado de apoyar, fomentar, fortalecer y unir la resistencia de los trabajadores de todo el mundo y promover la solidaridad entre los pueblos en su lucha contra la dominación y por su soberanía.
¡Viva la lucha y la unidad de los Trabajadores!
¡Viva la Federación de los Sindicatos de Belarus y su unidad!
Maria Pimentel
Sec. R. Internacionales CGTB – Brasil
Minsk, 27 de abril de 2017