Los coreanos del norte y del sur necesitan vivir en paz y decidir libremente su futuro

¡Basta de amenazas imperialistas!
Por: Humberto Vargas Carbonell
La posibilidad de una guerra nuclear en la Península Coreana es una preocupación de la mayoría de la población de este planeta. Después de la primera explosión atómica es muy posible que sigan otras cuyo resultado podría ser la destrucción de la civilización y puede que también el fin de la vida.
Einstein lo previó hace muchos años, pero el peligro se agiganta ante nuestros ojos.
Es impensable si el pensamiento no ha perdido la cordura que un país (una potencia) pretenda dominar a todos los otros. En el mundo pequeño, un matón de barrio es capaz de romper la paz y ser fuente permanente de grandes riesgos. Lo mismo hace la potencia imperialista pero a nivel planetario.
En verdad no son los países los que chocan, es que en esta casa común que es la tierra hay también matones que quieren dominar y expoliar a los demás. Es menos del 1% que quieren apoderarse de los bienes y voluntades de un poco más de siete millones de humanos.
Es este, acaso, el fruto de la inteligencia, de los aportes de los grandes del pensamiento científico o de la creación artística. Por supuesto que no, ellos también son igualmente víctima de tal monstruosidad, aunque no todos se hayan percatado del peligro.
Es más bien el fruto personajes “sobresalientes” por su estulticia y su incultura. El mejor ejemplo del momento es el Presidente de los Estados Unidos, mucho dinero, poca cultura y nada de inteligencia. Los viejos españoles nos enseñaron que lo que natura no da Salamanca no lo presta.
Escribo estas pocas líneas por el pueblo coreano.
Los conozco personalmente y aprendí a quererlos. Los académicos en las universidades, los obreros en las fábricas, los campesinos en los arrozales, los muchachos en los colegios y las madres con sus pequeños en los parques. Igual que en otros pueblos.
Tuvieron que reconstruir sus vidas y sus casas. Todo destruido por una guerra brutal y prolongada.
Los yanquis invadieron a Corea del Norte para evitar la reunificación pactada con anterioridad. Es lo mismo ocurrió en Vietnam que resultó dividido por la guerra y los imperialistas, y lo sometieron a una guerra brutal para evitar su reunificación. Para reunificar a Viet Nam fue necesario vencer a los invasores yanquis.
La reunificación de Corea sigue pendiente.
El pueblo coreano del norte tuvo que sacrificarse para evitar su destrucción y derrotar a los yanquis. Recibió solidaridad efectiva de China y de la Unión Soviética. Y detuvieron a los yanquis. Derrotaron al General Mcarthur. Logró la victoria pero acosta de un inenarrable sacrifico de todo el pueblo.
Al final de la guerra no se firmó un acuerdo de paz, sino un armisticio. Eso es mantener la guerra sin acciones bélicas directas. Es una guerra aplazada.
Esta circunstancia ha obligado a Corea del Norte a prepararse para su defensa. Y lo han hecho muy bien. Si no fuera así habrían dejado de existir hace mucho tiempo.
El Presidente de los Estados Unidos amenaza con una insolencia que no lo abandona ni en los pocos instantes en que guarda silencio. Es increíble que amenacen a un pueblo con la amenaza de borrarlos de la tierra. He oído a algunos de los llamados analistas de CNN hablar de la posibilidad de no dejar piedra sobre piedra en Corea del Norte. Si desperdigan las piedras también mataran a los padres, a las madres, a los hijos y a todos los demás. A tal conducta, la llamo racismo bestial.
El camino no es matar y destruir, la única vía admisible es firmar la paz que se espera desde hace más de sesenta años. Estuvo a punto de lograrse, el obstáculo son precisamente los que ahora amenazan.
En vez de sumarse a la infamia yanqui que miente para destruir, es hora de que todas las personas decentes del mundo luchen por la paz. Esta es una lucha maravillosa porque es el combate por la supervivencia de la vida sobre la tierra.